Violador en Santiago

El conductor de televisión local Miguel Ángel Medrano, de 32 años de edad, fue acusado por Ramona Almonte, de 49 años, de raptarla y violarla sexualmente bajo amenaza. Apresado y procesado, el presunto violador, fue sentenciado a tres meses como medida de coerción, a cumplir en el Centro de Rafey Hombres de esta ciudad.

Almonte, refiere que esperaba un carro público para ir a una universidad y que Medrano Páez la obligó a subir a su vehículo, amenazándola y obligándola a sostener relaciones sexuales. Narra que luego, el vehículo del presunto agresor se accidentó logrando ella salir desnuda a pedir auxilio, siendo rescatada por una patrulla de la Policía.

El acusado, capturado en condiciones de flagrancia, circunstancia que lo incrimina más, dio la versión de que la víctima estuvo de acuerdo con que él, por “dos mil pesos por tener relaciones sexuales con ella”. Versión desmentida en todo momento por la víctima que, en la audiencia efectuada, sufrió una crisis nerviosa de miedo de tan solo ver al imputado.

Mientras tanto, una joven estudiante de una universidad de Santiago, el día 7 de mayo se había querellado en la Unidad especializada por un hecho similar: fue obligada a subir a un automóvil por el conductor desconocido, amenazándola con una llave mecánica y también violada, caso que quedó en denuncia hasta que, al ver las fotos del carro y del acusado en el periódico, la joven reconoció a su violador, acudiendo a la Fiscalía de Santiago.

Es decir que, formalmente hay dos casos que imputan al joven conductor y productor por el crimen de violación con violencia. Además, hemos podido ver una conversación por WhatsApp, sostenida desde España, de otras dos víctimas de este joven, casos que habrían sucedido hace más de un año.

Al parecer, el caso de Ramona Almonte, una mujer viuda de 49 años, con cinco hijos, reconocida en su entorno como madre y persona ejemplar, no es el único que se adjudica a Medrano Páez, quien pudiera ser un violador en serie a quien se le acaba de destapar su oculta y disimulada costumbre mañosa.

Se suele figurar al violador sexual como un monstruo, alguien fácilmente detectable, de aspecto peligroso y desagradable y la realidad indica que la gran mayoría de las veces, es como cualquier otra persona “normal”. Eso sí, suele ser manipulador de percepciones, juicios y emociones de los demás con facilidad. Saben mentir para negar sus delitos y evadir la condena.

Ojalá la justicia y la sociedad no se dejen confundir y estas violaciones no queden sin castigo!