Una lección en Uruguay

Terminando la semana en Montevideo, una joven en la recepción del hotel Four Points de Sheraton, hizo que repensáramos en la cultura patriarcal y su arraigo en las personas y en las comunidades.

Carolina, que así se llama la joven en cuestión, encargada de recibir y cancelar cuentas y apoyar a las personas huéspedes del hotel, se apropió del carro de equipaje de dos personas, una yo, y ante mi pregunta, si no había un maletero, pensando en el joven que bajó las maletas de la habitación, me contestó: “Ud. Me está discriminando porque soy mujer”. Excelente Carolina! Una muchacha joven, en un trabajo cualquiera, que se siente aludida en su persona como humana, capaz de realizar cualquier función, sin estereotipos ni mitos que la empujen!.

Nos hizo pensar en nuestro panorama nacional, preeleccionario y cargadamente mítico y estereotipado, con posturas rancias, algunas renovadoras, y unas pocas nuevas. Momento de intervención de los poderes fácticos tradicionales en nuestro país que defendiendo la tradicional cuota de poder machista, detracta a las mujeres y también a los hombres que, en sus candidaturas, puedan favorecer cualquier rasgo de humanidad incondicional y sin discriminaciones.

Sin lugar a dudas, el panorama no es el mismo de siempre, y la decisión del Tribunal Superior Electoral ha contribuido en parte a eso, al exigir que se cumpla la cuota legal del 33% para las candidaturas de mujeres. También contribuye tener en el espectro político electoral a mujeres como Minou, primera candidata a presidenta en R. Dominicana. A Mary Cantisano como vicepresidenta, a Guadalupe Valdés, como diputada y defensora de los DDHH del pueblo desde el congreso, a Sergia Galván y Josefina Almánzar, en el Distrito y en Santiago, como feministas políticas en los partidos nuevos y alternativos, postulando con un catálogo amplio de propuestas legislativas que mejoren la calidad de toda la ciudadanía; a Carolina Mejía y Margarita Cedeño, como Vicepresidentas también, con diputadas que renuevan como Magda Rodríguez, Josefa Castillo, Lucía Alba y tantas otras que se repostulan por los partidos tradicionales y que han aportado al cambio sociocultural para la inclusión de los derechos de todas y todos.

Y qué bueno que hubo políticas como Milagros Ortiz B., que abrieron compuertas, porque las mujeres no somos un “sector” de este país, somos algo más de la mitad, con demostrada participación en todos los ámbitos del quehacer nacional; y si se habla de familia, sostenedoras de la economía precaria en el que más del 50% de los hogares, las mujeres son ancla, mantenedoras, educadoras y proveedoras de todo.