Por Kirssy Santana*
Hablar de participación política de mujeres jóvenes un día como el 8 de marzo, implica en sí mismo reconocer la existencia de avances, por lo menos en el discurso social y legal, ya que para las mujeres históricamente el espacio público ha estado vedado.
Mujeres como las obreras que trabajaron en condiciones de opresión y marginación en la fábrica Triangle Shirtwais de Nueva York, decidieron en aquel contexto aportar al cambio de concepción sobre la feminidad en marzo de 1908, movilizándose por mejores condiciones laborales, impulsando la lucha histórica por el derecho al voto que iniciaron las hermanas sufragistas, y al mismo tiempo la acción de de organizarse y salir a manifestarse al espacio público, constituyó un legado social y político a todas las mujeres del mundo. En consecuencia la estructura patriarcal institucional cobró la vida de cientos de mujeres que marchaban en las calles estadounidenses hacia el 1911.
Transcurridos 108 años de este hecho histórico, las mujeres seguimos luchando frente a una cultura patriarcal que se expresa en las diferentes dimensiones sociales en que nos relacionamos de manera desigual hombres y mujeres, siendo el ámbito de la participación política un terreno culturalmente androcéntrico.
Asimismo el ámbito municipal constituye el espacio cotidiano, en el cual se expresa la desigualdad de poder a la que nos enfrentamos las mujeres en relación a los privilegios propios de la masculinidad tradicional, situación que se agudiza si además somos jóvenes. Luchamos no solo para erradicar la violencia y la exclusión a las que somos sometidas por el hecho de ser mujer, sino también contra la concepción adultocéntrica, pero al fin y al cabo por ser mujeres.
La participación política en el espacio municipal, tanto en la estructura institucional como en la organizativa, se encuentran atravesadas por la concepción androcéntrica del poder, esto se refleja en el papel asignado en la gestión municipal a las mujeres, con brechas significativas asimétricas en la participación, especialmente en el caso de las mujeres más jóvenes, y más aún en el caso de República Dominicana, con un machismo cultural muy arraigado en la dinámica y mecanismos institucionales.
A pesar de años de luchas, siguen abiertas preguntas relativas sobre donde estamos ubicadas las mujeres en el proceso de profesionalización de la administración pública, ¿qué puestos ocupamos? y si éstos están asociados a los estereotipos femeninos socialmente impuestos, ¿qué acciones a nivel presupuestaria y programática están dirigidas a construir nuevas formas de relaciones? y si éstas contribuyen a generar cambios culturales o reproducen la desigualdades que durante tantos años hemos arrastrado.
Al mismo tiempo en las estructuras organizativas de naturaleza social y local debemos seguir en la imperante reflexión cotidiana, si nuestras acciones reproducen la valoración cultural y desigual de lo que esta sociedad concibe como femenino en relación a lo masculino y los roles desempeñados en los diferentes espacios de organización social ¿Qué tipo y nivel de participación tenemos hombres y mujeres jóvenes?, ¿seguimos las mujeres desempeñando roles relacionados al cuido y quehaceres domésticos?, ¿existe conciencia de las trabas culturales a las que nos enfrentamos la feminidad y la propia masculinidad?
Como cada año, el 8 de marzo es un día propio para reconocer avances, pasar balance, seguir reflexionando y aportando sobre la base del camino emprendido, desde el feminismo como corriente política para el cambio social y la construcción de sociedades más justas basadas en culturas de paz, solidaridad, respeto, derechos políticos, económicos, sociales y culturales, desde nuevas concepciones de la feminidad, masculinidad y otras construcciones identitarias, siendo el ámbito de participación municipal el espacio primario de socialización, en el cual debemos seguir desplegando esfuerzos que garanticen a todas las personas bienestar social.
No cabe duda que hemos avanzado en el transitar histórico de las luchas feministas, sin embargo sigue siendo imperante la reflexión y construcción permanente en los diferentes espacios que permitan materializar la participación concreta de las mujeres en todos los ámbitos.
*Kirssy Santana es feminista, investigadora social, Licenciada en Trabajo Social (Universidad Autónoma de Santo Domingo) con Máster en Igualdad de Género en las Ciencias Sociales (Universidad Complutense de Madrid) y Coordinadora del proyecto “Ciudadanía Activa por una gestión municipal transparente e inclusiva” (Oxfam República Dominicana).
FUENTE: elgrillo.do