Así es: las mujeres somos estúpidas e incapaces. Por eso ni Danilo Medina ni Leonel Fernández ni Hipólito Mejía (en pleno siglo 21) han encontrado suficientes mujeres para nombrar en sus gabinetes. Actualmente solo hay tres de 23 ministros.
Las mujeres somos estúpidas e incapaces. Ni siquiera en educación, donde predominan las maestras, aparecen mujeres inteligentes y capaces, dignas de ser nombradas al frente de ese ministerio. Los últimos tres ministros han sido hombres, incluido el designado la semana pasada.
Las mujeres somos estúpidas e incapaces. Por eso en la República Dominicana, y lo mismo sucede en la inmensa mayoría de los países, nunca ha habido una mujer presidenta. Por eso, el Procurador General de la República violó tan campante la ley que regula el Consejo Nacional de la Magistratura frente a los presidentes de todos los poderes del Estado. ¡Ah!, era contra una mujer.
Las mujeres somos estúpidas e incapaces. Por eso en el Senado dominicano hay solo tres mujeres de 32 senadores. Por eso, a pesar de haber existido una cuota de 33% de nominaciones de candidaturas de mujeres en la Cámara de Diputados desde el 1997, a la fecha, las electas ni siquiera han alcanzado ese porcentaje. Por eso, el 88% de los alcaldes son hombres (las mujeres están confinadas a ser vicealcaldesas), e igual sucede en los distritos municipales.
Las mujeres somos estúpidas e incapaces. Por eso la cúpula partidaria en el Congreso, con el PLD a la cabeza, ordenó aprobar una nueva ley electoral que elimina la cuota por circunscripciones a favor de una “propuesta nacional”.
Las mujeres somos estúpidas e incapaces. Por eso, todos los directores de periódicos nacionales en la República Dominicana son hombres. Por eso, la mayoría de los principales ejecutivos de las empresas son hombres. La excepción: cuando son empresas familiares y nombran alguna mujer de la familia.
Las mujeres somos estúpidas e incapaces. Por eso todos los curas católicos son hombres, los imanes y califas del islam, los rabinos del judaísmo ortodoxo y la mayoría de los pastores de iglesias evangélicas.
Las mujeres somos estúpidas e incapaces. Nos lanzamos al mercado laboral a generar ingresos, pero nos hemos quedado con la mayor carga doméstica.
Las mujeres somos estúpidas e incapaces. Asistimos a iglesias dominadas por hombres, a empresas dominadas por hombres, a partidos políticos dominados por hombres, etc., etc.
Las mujeres somos estúpidas e incapaces. Aguantamos y justificamos que los hombres tengan tanto poder en tantas esferas de la vida. Creemos el cuento, y hasta lo promovemos, de que lo que cuenta para alcanzar una posición importante es la capacidad, y rechazamos las cuotas.
Las mujeres somos estúpidas e incapaces. No nos preguntamos lo suficiente si los hombres han alcanzado tanto poder porque son realmente más inteligentes y capaces; y no cuestionamos lo suficiente si la desigualdad a favor de los hombres es merecida o impuesta.
Las mujeres somos tan estúpidas e incapaces que andamos siempre diciendo que no queremos debilitar ni subordinar a los hombres. Lo más que hacemos es pedir igualdad; igualdad que no llega porque todo el sistema social está montado en una estructura de desigualdad brutal a favor de los hombres. ¡Patriarcado! ¡Machismo! Así es.
Por eso los hombres son los presidentes, ministros, legisladores, curas, pastores, rabinos, imanes, jefes empresariales, dirigen los medios de comunicación, etc., etc.
Se imaginan un mundo donde los presidentes, legisladores, empresarios, curas, rabinos, pastores, etc., hubiesen sido exclusivamente, o mayoritariamente, mujeres. ¿Qué hubieran dicho los hombres? ¿Qué hubieran hecho?