Gobierno, partidos y propaganda política

Dominicano, sin fronteras, puertoplateño y santiaguero. La crítica y la irreverencia me guían...

Contrario a la mayoría de países latinoamericanos, donde la propaganda política y electoral está regulada por leyes rigurosas, en República Dominicana las normas legales en la materia son escasas. Peor aún, su implementación es pobre, negligente, y medalaganaria. Este estado de cosas propende al uso desigual de la propaganda política por parte de los que detentan el poder. Ello quedó de manifiesto en el reciente “Tercer informe de observación electoral”, perfilado por Participación Ciudadana.

El estudio abarcó un universo de 28 canales de televisión directa y por cable, 74 radioemisoras y 10 periódicos. Publimonitor fue la empresa encargada de ejecutar el trabajo.

Entre los hallazgos se encuentra que sólo en febrero del año en curso, el gobernante PLD y sus aliados gastaron RD$369 millones de pesos en propaganda. La cifra corresponde al 81.5% del total de recursos invertidos por todos los partidos políticos en el mismo período de tiempo. Al PLD le sigue el PRM, quien invirtió RD$80 millones de pesos. Es decir, el 17.8% del gasto global en propaganda.

Al resto de los partidos opositores les correspondió gastar un pírrico 0.3%.

La situación de inequidad se vuelve más evidente cuando se observa la inversión del gobierno en propaganda. El estudio constata que, paralelamente, el gobierno invirtió RD$1,113 millones de pesos entre enero y febrero. De ese monto, RD$841 millones corresponden al Poder Ejecutivo la friolera de 14 millones de pesos diario.

“Gran parte de esa publicidad es para ponderar la obra de gobierno del Presidente Danilo Medina, lo que implica el uso de recursos públicos para promover su reelección”, dice el informe.

¿Y la oposición? ¡En Belén con los pastores!

Recuerden que hace poco, esta misma columna, llamó la atención sobre el “Conteo automático de los votos”, señalando los riesgos de la premura en instalar este nuevo método. Sin dejar claras las medidas precautorias tomadas en otros países en el uso de esta modalidad, aquí se asume como un ejemplo de “modernidad tecnológica”. El puro y simple esnobismo tecnológico nos puede costar caro. La situación desesperante de la nación no resiste, en estos tiempos, un apagón digital en medio del proceso electoral.

Participación Ciudadana, por otra parte, solicitó información a los partidos políticos sobre el uso que dan a los recursos públicos que reciben de la Junta Central Electoral para campaña. La petición se sustenta en la Ley 200-04 de Libre Acceso a la Información Pública. De 27 organizaciones políticas, sólo 12 entregaron la información. ¿Qué pasó ahí? ¿A qué le temen los partidos? ¿Acaso la transparencia es cuestión de simple retórica?

El estudio consigna además que la mayor parte de los ministerios registraron un aumento de más de un cien por ciento en su inversión de propaganda también entre enero y febrero. Entre los ministerios más aventajados se cuentan Educación, Administración Pública, Agricultura, y Salud Pública.

“La apabullante publicidad gubernamental ya no es sólo indirecta ni subliminal, es totalmente directa, a favor del candidato Presidente”, sigue señalando el informe.

Sin embargo, una mirada retrospectiva a otras campañas electorales donde la propaganda ha sido desigual en beneficio del partido de gobierno, nos dice que el exceso en el uso de los recursos estatales y el apabullante recurso propagandístico no son suficientes para ganar unas elecciones.

Cultivar la percepción en el electorado del tremendo abuso de los que están en el poder, reclamar igualdad de oportunidades, unirse en un frente sólido y subrayar su condición de víctima, lucen ser las mejores tácticas propagandistas de una oposición huérfana de recursos.

Porque cuando la inequidad se parece demasiado a la iniquidad, el poder del débil está en el uso de la imaginación.

Lo demás sería jaculatorias de modernos Jeremías.