El poder da seguidilla al bueno, al malo y al feo (2 de 2)

Dominicano, sin fronteras, puertoplateño y santiaguero. La crítica y la irreverencia me guían...

La Carta Magna de la República Dominicana permitía la reelección en todos los cargos electivos. Algo que Balaguer aprovechó a fondo. Pero a partir de 1994, a raíz del “Pacto por la democracia”, se prohibió la reelección a la presidencia. No así a los cargos que están por debajo del Presidente.

En teoría, un senador, diputado, alcalde o regidor, puede reelegirse mientras pueda.

Con la barrida histórica del PRD en las elecciones del año 1978, el Lic. Víctor Méndez ganó la sindicatura de Santiago. Desde entonces nueve dirigentes políticos de diferentes partidos ocuparon el puesto. La lista luce como sigue:

  1. Víctor Méndez, PRD, 1978-1982
  2. Virgilio Mainardi Reyna fallecido, PRD, 1982-1983
  3. Claudio Cabrera Espaillat, PRD, 1983-1986
  4. Frank Muñoz Gil, PRSC, 1986-1990
  5. José Ramón (Monchy) Fadul, PLD, 1990-1994
  6. José Enrique Sued Sem, PRSC, 1994-1998 y 2002-2010
  7. Héctor Grullón Moronta, PRD, 1998-2002
  8. Gilberto Serulle, PRD, 2010-2016
  9. Abel Atahualpa Martínez Durán, PLD, 2016-2024

José Enrique Sued Sem vino desde abajo. Primero fue director del entonces Distrito Municipal de Licey al Medio. Luego ganó una regiduría en el municipio, donde se convirtió en presidente del Concejo de Regidores de Santiago. Cuando llegó arriba, fue electo tres veces síndico.

Con todo, a Sued se le ve como el feo. Le cortó el paso a sus compañeros de partido en su afán de seguir, seguir, y seguir. Empezó su carrera en un partido que pisaba terreno firme y ascendente. Pero al final lo dejó derribándose por una pendiente resbalosa.

Todos los de la lista fueron mordidos por el gusanillo de la seguidilla, a excepción de José Ramón (Monchy) Fadul, quien no la intentó. Ni el Dr. Virgilio Mainardi Reyna, quien falleció en el inicio de su mandato. Sólo dos, sin embargo, han logrado repetir.

El Lic. Abel Martínez es el otro. Ganó la alcaldía después de catorce años consecutivos en el poder legislativo, seis de los cuales fungió como presidente de la Cámara de Diputados. A pesar de esa larga experiencia creando leyes, Martínez no cree en ellas.

Al estrenarse como alcalde lo primero que hizo fue adquirir 200 pistolas, 200 uniformes, 200 pares de botas militares, y formó su propia guardia pretoriana a la que llamó Policía Municipal. Al periodista Máximo Laureano, del diario digital acento.com.do, lo sometieron a una dura prueba de intolerancia, violencia e ilegalidad. Lo apresaron y, no contento con ello, lo golpearon. Luego lo mantuvieron secuestrado en una oficina del ayuntamiento. A Pablito Aguilera, también periodista, lo vejaron. A Esteban Rosario — investigador, escritor y productor de televisión— lo mantienen con la rienda tensa y en zozobra permanente.

Todo ello sin que medie el dictamen de un juez. Pero hay más.

El Lic. Abel Martínez cortó la energía eléctrica a los clubes deportivos de la ciudad. Los deportistas que trabajan durante el día, no podrán entrenarse en la noche.

Entre las canchas afectadas sobresalen las de los barrios marginados. Sin energía eléctrica quedaron las canchas del Barrio Obrero, Cristo Rey, Hato Mayor, El Ingenio, La Joya, Camboya, Club Alfredo Morales, Satélite, Cien Fuegos, La Mina, Los Trinitarios, Ramón Matías Mella, Arroyo Hondo y el Club Hermanos de la Cultura de La Herradura.

Carlos Mejía Blanco, quien fue subsecretario de deportes, sostiene que la medida del alcalde, la cual acorta la sana práctica deportiva de la juventud santiaguera, “es una inmisericordia y falta a la decencia, es una mala partida a la inteligencia”.

Qué manera de decir que la acción resulta dolorosa, cínica y estúpida.

Pero si la cultura deportiva es ajena a la agenda municipal de Martínez Durán, todavía lo es más la cultura popular. Para muestra un botón.

Festival Folklórico de Santiago. Año: Noviembre, 2017. Lugar: Parque Duarte.

La función arrancó con energía trepidante. Los artistas y gestores, gozosos; el público, más. El repique de los tambores sonaba con intensidad renovada. Pero no hay felicidad completa. De pronto, la Guardia de Abel, armada hasta los dientes, irrumpió allí violentamente. Y ahí mismo terminó la fiesta.

Con la seguidilla de Martínez Durán en la Alcaldía de Santiago se teme que, el despotismo violento contra los débiles, se afianzará durante los próximos cuatro años. Con decir que inauguró su nuevo período cavando dos pencas fosas comunes, dizque para meter en el hoyo a los muertos por el coronavirus.

En fin. Más malo que Abel, ni Caín.