El hartazgo social y partidario derrotó a Roberto Salcedo

Sociólogo con más de 25 años al análisis de la institucionalidad municipal y a la investigación socio-política. Experto en temas de desarrollo local y reforma de la Administración Pública. Se desempeña como consultor para organismos nacionales e internacionales. Ha escrito varios libros enfocados en la descentralización del Estado y la participación democrática. Es uno de los sociólogos dominicanos más dedicado a la cuestión municipal.

El actual alcalde del Distrito Nacional ha perdido las elecciones celebradas el pasado 15 de mayo 2016. David Collado, en aproximadamente 40 días, ganó la simpatía de los electores de la capital dominicana. Collado obtuvo un estimado de 58% de los votos computados, según el tercer boletín de la JCE. Por su parte, Salcedo alcanzó un estimado de 36%. La oposición ganó, en el nivel municipal, la plaza más importante de República Dominicana.

La pregunta latente en el imaginario social del entorno de Roberto Salcedo es: ¿por qué Danilo Medina, como candidato a la presidencia por el mismo partido, obtiene el 62% de los votos y el alcalde cae en picada libre hasta un 36%?. Y se puede añadir otra pregunta: ¿Por qué el PLD con  estimaciones entre 40%-50% de simpatías en el Distrito Nacional, su alcalde sólo pudo alcanzar un porcentaje de votos muy inferior a la de su propio partido?

La derrota de Roberto Salcedo se soporta en dos tipos de hartazgos: relacionamiento social y partidario.

El hartazgo de la lejanía en la interacción social

La tendencia dominante en la gestión del Distrito Nacional se caracterizó por una gobernanza con bajo nivel de relación con la ciudadanía. El alcalde es el funcionario de más alto nivel de la Administración Pública que se supone que debe estar más cerca a la gente, lo cual no constituyó una práctica sostenible en la alcaldía de Roberto Salcedo. La ciudadanía no debe siempre ir donde el alcalde, porque su legitimidad se construye en los propios territorios que gobierna. La relación con la ciudadanía en coyuntura electoral, practicada por muchos políticos, incluyendo a Roberto Salcedo, se asume como una instrumentalización de la relación autoridad-población.

Hubo prácticas del alcalde Salcedo que provocaron un manejo de las relaciones con la sociedad del Distrito Nacional caracterizado por la ejecución de proyectos que afectaban intereses comunitarios, sin las previas consultas y ganancia de legitimidad. Un caso emblemático en este sentido es el trato dado a los residentes que viven en el entorno del anfiteatro Nuryn Sanlley, que siempre se quejaron por los altos ruidos y la ocupación de espacios públicos por parte de visitantes. Otros muchos casos de derechos ciudadanos de los munícipes con efectos en el bienestar social se producen en el Distrito Nacional, y que por limitaciones de espacios no podemos describir, pero cada lector tendrá un mapa de problemas.

Por otro lado, ha sido notorio el pobre desempeño de la aplicación de los presupuestos participativos, cuya masificación, amplia inversión y respeto a lo acordado produce un impacto favorable en la simpatía política, lo cual no ocurrió. Fallas registrable es la ausencia de sistema rendición de cuentas a la ciudadanía. Un manejo discrecional de fondos públicos produce opacidad y por efecto pérdida de credibilidad. Una administración pública que ejecute fondos en función de las expectativas ciudadanas se capitaliza generando confianza, lo cual tampoco ocurrió de modo considerable.

Este mapa de débil relacionamiento con la sociedad, la falta de territorialización equitativa de las políticas públicas locales y la construcción de una masiva percepción de lejanía del alcalde con los votantes desemboca regularmente en pérdida de confianza y pérdida de legitimidad. De modo concreto el hartazgo de la lejanía deviene en incremento en la tasa de rechazo, la cual se registró como alta para la figura de Roberto Salcedo.

El hartazgo en su propio partido

El PLD es más fuerte que la oposición. Roberto Salcedo es más débil que su propio partido. Una proporción de simpatizantes del PLD favorecieron a David Collado. Pero cuidado con interpretar que todo el que votó por Danilo Medina debía votar por Roberto Salcedo. La dureza del voto de Medina no se traduce mecánicamente hacia los candidatos locales, ni a Roberto Salcedo ni a Reynaldo Pared. Incluso, este último pudo haber obtenido votos a la senaduría ayudado por el arrastre de los candidatos a diputados, y no necesaria y exclusivamente por simpatía propia.

Además del hartazgo de la falta de relaciones con la sociedad, Roberto Salcedo pudo cosechar un rechazo como consecuencia del hartazgo de la falta de vínculos más estrechos, permanente, de confianzas y de distribución de poder, sin privilegios, con el principal liderazgo de su partido en los territorios.

El resultado desfavorable a Salcedo, puede interpretarse como un vuelco de una proporción de votos danilistas en contra de un leonelista, que lo es Roberto Salcedo Entre otras, esta es una razón para la derrota del alcalde. La tendencia de pugnas internas se manifiesta no sólo en el Distrito Nacional. Las estadísticas indican que otros candidatos, sean del danilismo o leonelismo, han perdido las elecciones locales en diferentes municipios. El hartazgo, en este caso, asume una connotación de cansancio, intolerancia política al adversario interno y de rechazo absolutista independientemente del resultado electoral; sin que produzca efecto en el nivel nacional.

La falta de democracia interna en el PLD, durante la selección de candidaturas, incluyendo la de Roberto Salcedo, deviene en la construcción de corrientes de opinión que se ubican en posiciones de rechazo a quienes bloquean las posibilidades de ganar poder político. La modalidad de elección de Roberto Salcedo como candidato a la reelección como alcalde fue su principal enemigo.

Razones para creer, slogan de campaña de Roberto Salcedo, se creó en medio del hartazgo social y político.  Razones para creer, es difícil convencer, y más, después de 14 años de ejercicio de poder con déficit democrático y de liderazgo al interior de su propio partido.