El colapso del PLD y el llamado de Abinader

La larga y descarnada lucha entre los dos principales jefes del PLD, a falta mecanismos institucionales, ha tomado el camino de los enfrentamientos violentos en las calles, de los insultos y mutuas descalificaciones, llegando el vocero del gobierno al insultar altanera y groseramente al presidente de esa organización, Leonel Fernández.

Algo insólito, que evidencia que la crisis de ese partido ha llegado al punto de no retorno y que, incapaz de gobernarse a si mismo, es incapaz de dirigir el Estado. En ese sentido, el llamado de Luis Abinader a enfrentar en las calles ese desgobierno con pretensiones de reelegirse fue certero, correspondiéndose con el clamor de diversos sectores que demandan una oposición capaz de enseñar sus dientes.

Durante los gobiernos de PLD, se ha producido una sostenida quiebra de las instituciones del Estado que no tiene precedentes. Ha degnerando la Justicia, el Congreso y el poder municipal. No solamente colapsaron esas instituciones, sino que esos gobiernos de ese partido compraron, prostituyeron y destruyeron al principal partido opositor: el entonces PRD.   En ese contexto de destrucción de las instituciones políticas y del Estado en general, PLD era prácticamente la única institución política con determinado grado de solidez. Con narcisismo partidario, jactanciosamente, muchos de los dirigentes de esa colectividad pensaban y decían que su poder no tendría fin.

Todo régimen de fuerza y/o de vocación continuista, construye un partido o un movimiento a través del cual articula su base de sustentación. Ese partido o movimiento sustituye o tiende a sustituir las demás instituciones del Estado y hasta sociales y culturales. Ese fue el modelo de poder que ha querido entronizar/perpetuar el PLD en el país; sin embargo la lucha fratricida ha llevado al colapso a ese partido, y cuando la institución política más sólida de un sistema colapsa se producen las condiciones óptimas para la caída del régimen. El proyecto reeleccionista ha provocado una virtual del quiebra del modelo de poder peledeista, abriéndose una real posibilidad de un cambio de régimen que inicie la regeneración de político/moral de esta sociedad.

La historia de las luchas políticas enseña que los regímenes que han discurrido sustentados en la corrupción, el envilecimiento de vastos sectores de la sociedad y del autoritarismo, generalmente hay que desmontarlos con las movilizaciones de masas y con la creación de un vastísimo sentimiento de repulsa al régimen, encabezado o no por un líder carismático. Que el líder principal y el núcleo de favorecidos de ese líder cuando ven que su poder está amenazado de muerte acuden a los más abyectos medios para tratar de sobrevivir. La militarización irresponsable de los alrededores del Congreso, que empaña la imagen del país en el extranjero, la represión contra los seguidores de Leonel y a los diversos sectores son sólo algunas muestra.

Por tal motivo, a pesar de no tener los votos, Danilo “aún no ha tomado una decisión” y a pesar de todo, Leonel pretende recomponer el régimen. El peledeismo lucha por continuar en el poder porque ningún poder de vocación absolutista, como han sido los gobiernos del PLD, acepta una muerte natural, aletea hasta su último aliento buscando sobrevivir sin escatimar medios. En ese sentido, el oportuno llamado de Abinader a protestar en las calles y frente al Congreso contra el intento de cambiar la Constitución, al que mostrando sentido de responsabilidad política asistieron algunos partidos opositores y diversos sectores de la sociedad civil, constituye un llamado a sepultar definitivamente con acciones de masas los intentos continuistas peledeistas .

Después de la insurrección de Abril del 65, en nuestro país se impuso una suerte de sentido común en sectores políticos y del gran poder económico, a través del cual se ha pretendido satanizar las movilizaciones por demandas de derechos políticos, sociales, gremiales/sindicales, de igualdad de género, etc., diciendo que estas expresiones de exigencia de derechos son meros desórdenes. Esa idea aún permanece en la cabeza de algunos dirigentes políticos de diversos signos sectores y parcelas políticas. Sin embargo, las movilizaciones han sido el medio históricamente más idóneos para derrotar los gobiernos autoritarios, y constituyen el mejor escenario para construir la imprescindible unidad para ponerle fin a esos gobiernos.

En la presente y crucial coyuntura política que vive este país, todo liderazgo con sentido de responsabilidad debe estar presto a asumir resueltamente su deber de salir a las calles a defender sus posiciones y sumarse sin falso prurito al llamado unitario los sectores opositores de vocación unitaria, a descender a las calles para impedir no solamente la reelección de Danilo, sino de cualquier candidato del PLD.