Carta al Presidente

Distinguido Ciudadano Presidente:

Por segunda vez y por la misma opresión, dominicanas acudimos a Ud. como último eslabón de la cadena del poder. En ambas circunstancias, por la acción de un Congreso inconstante, amordazado y subordinado a mejores ofertas que las derivadas de la función de representar al pueblo y a nosotras, que somos un poco más de la mitad de él. El peor Congreso de la historia republicana del país.

Desaprovechó 6 años sin labor significante, para dejar a la ciudadanía en las mismas circunstancias en que leyes extranjeras nos pusieron en 1884. Y eso que, las mujeres no reunimos con este Congreso, para escuchar en el espacio coloquial de las visitas, su adhesión a nuestros razonamientos, con ejemplos de hijas, compañeras y mujeres allegadas, que serían salvadas de manera sensata y prudente de verse en el riesgo de integridad física y emocional, y hasta de vida, como especifican las eximentes propuestas por Ud. en 2014, en ocasión de observar la modificación al C. Penal.

Al Congreso, que conoce las estadísticas nefastas de mortalidad y morbilidad materna, no le importa que sigan muriendo mujeres con embarazos riesgosos para su vida; que niñas embarazadas forzosamente, sea hasta por sus padres y familiares masculinos, alumbren hijos incestuosos y muchas, mueran en el intento, manteniendo el aborto absolutamente penalizado.
Las casi 400 mujeres muertas por violencia machista y por causas asociadas a la maternidad al año; más de un cuarto de los embarazos, de adolescentes y un alto porcentaje, como fruto de violaciones; aumento en las violencias basadas en el género, contra mujeres y niñas, los feminicidios y violaciones sexuales; niñas atrapadas en un ejercicio de sexualidad con enfoque machista, sin educación sexual en las escuelas, jugando a una maternidad descontrolada y obligada, no impresionan.

En 2014, Ud recomendó al Congreso “como justo, equilibrado y acorde con el espíritu de protección de derechos y humanidad que deben regir al Estado, equiparar nuestra legislación con la de la mayoría de los países del mundo, que permiten la interrupción del embarazo, cuando sea practicada por personal médico especializado, en establecimientos públicos o privados, dentro de los plazos que se consideran de lugar y solo en tres supuestos bien fundamentados: cuando la vida de la madre corre peligro, cuando ha sido víctima de violación o incesto, o cuando el feto tenga malformaciones incompatibles con la vida”.

Su acción fue inédita y por ella, recibió la aprobación de las dominicanas y también de instituciones nacionales e internacionales de salud y de derechos humanos.

Solo queremos y pedimos que haga lo mismo que hizo entonces. Es de justicia!