Asqueadas por la campaña politiquera que precede a las próximas elecciones, las personas en este país, estamos siendo víctimas de un estrés permanente con ruidos innecesarios y escandalosos, patanas cargadas de música al más alto decibel que retumba hasta en el corazón, repitiendo insólitos estribillos disonantes y disparatosos, aunque los cante un famoso.
Desperdicio de dinero del pueblo, repartido para recordar lo infeliz de esta ciudadanía. Atropello a la dignidad humana. Derroche desvergonzado de corrupción sostenida, sin rodeos ni sutilezas, no, a la franca. El pueblo está desconcertado y confundido, como quieren quienes realizan la politiquería de siempre. Siguen usando el mismo guión de promesas absurdas y repetidas. No hay respeto ni creatividad.
Pero en medio de todo este pesaroso discurrir, hay que destacar el uso de las mujeres, su cosificación en la política machista, desigual y violenta que presenta un frente de media docena de mujeres jóvenes, ajustadas y proponentes, moviéndose sugestivamente al son de una “música” ensordecedora. Mujeres despersonificadas, sin individualidad ni atributos más allá de sus curvas propias o adquiridas, qué más da! Usan a esas jóvenes como cartel publicitario, desplegando un grado de machismo tal que debería de preocuparnos a toda la sociedad afectada y alarmada por la violencia contra las mujeres y los feminicidios.
Los estrategas de la política en nuestro país, debieran de saber que usar “bellas y jóvenes promotoras” en campaña es machismo puro y demuestra el concepto que candidatos y partidos tienen de las dominicanas, reforzando la cosificación y los estereotipos que nos reducen a las mujeres a objetos sexuales. Da mucha vergüenza y pena ajenas, ver como las candidatas de los “líderes” también se montan en esas caravanas denigrantes para su género, mostrando lo poco que entienden del respeto a los derechos humanos de las mujeres. Y mientras tanto, los elegibles prometen acabar con la violencia contra las mujeres, así, ejerciendo violencia simbólica sobre ellas desde la misma campaña, al hacer una oferta visual, usando y marcando los cuerpos estereotipados de las dominicanas.
La violencia simbólica, concepto planteado en los setenta por el sociólogo francés Pierre Bourdieu, se conoce como la que se ejerce sobre las personas con su propia complicidad cultural, y la cosificación de los cuerpos de las mujeres, se constituye en la más utilizada en nuestra sociedad patriarcal.
Ninguna dominicana debería votar por aquellos candidatos clásicos, que con su machacona manera de hacer política, fundamentada en la corrupción y en las peores prácticas democráticas, se reafirman en el machismo violento y depredador.