La eliminación de la violencia contra las mujeres requiere del reconocimiento de aspiraciones humanas colectivas para alcanzar la igualdad de género y del manejo deconcepciones claves.
Iniciar un nuevo año con otra ola de feminicios indica que seguimos fracasando como sociedad y como Estado para prevenirlos. Enviando por un lado mensajes contradictorios de eliminar la violencia pero al mismo tiempo construyendo y/o protegiendo víctimas y victimarios.
Un hombre se convierte en agresor porque a su alrededor hay todo un bombardeo de presión de cómo debe actuar como hombre: Jamás mostrarse débil porque puede parecer maricón, ser agresivo para que lo respeten, hablar con voz alta, fumar, beber, emborracharse, piropear, pelearse con otros hombres, golpear, controlar, gobernar, dirigir…dentro de una gran lista.
No queremos más violencia ni feminicidios, pero seguimos reforzando el molde femenino acartonado de restricción, con mucho énfasis en el cuerpo: Tener pocos novios o maridos para no ser una puta, saber ocuparse de los quehaceres domésticos para ser buena mujer, obedecer al marido, atenderle bien, morir si su vidaes amenazada por un embarazo, o bajo tortura continuarlo después de haber sido violada.
Retorcidamente, llamamos violencia contra la mujer al feminicidio que acaba con su vida, opacando los avatares durante la vida que también constituyen violencia, no solo en el espacio de la relación de pareja o familia.
Simbolizar la cosa despreciable de una mal denominada canción. Representar la teta, cadera, ropa o trasero del programa de televisión, que además se mueve para atraer el libido de la audiencia masculina o incitar a que otras féminas sean como ellas. El objeto del chiste de la escases de inteligencia para desafiar la creatividad. Culpar a la mujer por la denuncia de acoso contra el jefe, o por las invitaciones a cenar, el jueguito de piropeo en la oficina entre compañeros sobre los cuerpos de las mujeres.
Por otro lado, prohibir la educación sexual desde temprana edad para evitar el embarazo en la adolescencia, hilo conductor del círculo de pobreza y limitado acceso al desarrollo.
El sistema está preparado para poner reparos después del daño, no para prevenirlo. ¿Dónde puede acudir un hombre que empiece a cuestionarse su conducta violenta, a reflexionar con otros hombres las causas y consecuencias para crecer con modelos no agresivos de masculinidad?
No tenemos claro si realmente deseamos o aspiramos eliminar la violencia.