En un mundo donde la gente cree que es más mientras más tiene, mientras mayor es su capacidad de consumo y mientras mayor es su poder, la opción de vida sencilla del ex presidente de Uruguay, Pepe Mujica, no deja de sorprender. Es un raro ejemplo y ejemplar de esa generación de los 60, fundamentalmente del 68, de que es posible ser coherente con lo que se piensa y se dice, que para muchos la lucha por la conquista del poder no era ni es una mera búsqueda de escape a su situación personal y/o existencial, sino un firme deseo de transformar el mundo. La interiorización de esas ideas le ha permitido a Pepe Mujica transformarse a sí mismo e incidir más eficazmente en quienes mantenemos una actitud de resistencia y enfrentamiento al cinismo de ciertos políticos y de cierta política.
Pepe Mujica viene de lejos, viene del contexto ideal y cultural de las luchas contra las dictaduras, armas en manos, que lo llevaron a la cárcel y al exilio. Viene de acciones prácticas y de profundas reflexiones teóricas en círculos de amigos sobre cómo cambiar el mundo y con compañeros de luchas en los colectivos políticos en los que ha militado, pues siempre ha sostenido que la lucha contra cualquier poder tiene sentido si se le imprime una direccionalidad política.
Entre sus amigos cuenta a Luis Sepúlveda y Carlo Petrini, dos viejos compañeros de lucha y de exilio, que viniendo del marxismo y sin renunciar a elementos esenciales de esta corriente, han devenido grandes exponentes del Movimiento Slow (lento): una actitud sosegada contra el actual atropellante ritmo de vida.
En el libro L’idea della felicitá, (La idea de la felicidad) de Carlo Petrini y Luis Sepúlveda, este último cuenta la anécdota del día en que ambos fueron a comer al bellísimo, variadísimo y emblemático mercado de Montevideo; y mientras devoraban un asado, él y el asador no dejaban de mirarse, hasta que finalmente este último se acercó a la mesa y le dijo “hola Luis, no te acuerdas de mí, soy Pepe Mujica” y se confundieron en uno de esos fuertes y prolongados abrazos que se dan los viejos compañeros de viaje. Carlo Petrini tiene un excelente libro titulado: Cibo e Libertá (Comida y Libertá), una concepción de la producción y consumo de la comida y la alimentación como alternativa e instrumento de liberación en la lucha contra las multinacionales productoras y manipuladoras de alimentos y de consumidores.
El principal oficio de Pepe Mujica es el de pequeño productor de flores y de alimentos; un oficio que produce una profunda felicidad y riqueza espiritual. El Movimiento Slow y la comida o alimentación como opción de vida y de lucha por la libertad, tienen como objetivo enfrentar el consumismo, el goce y uso del poder de algunos para reafirmarse como persona. Es una opción de vida desde una perspectiva de activa resistencia y lucha contra las diversas formas del poder. Por eso, el placer de la vida simple que ha abrazado este laureado personaje está sentado en la práctica y en profundas reflexiones ideales y políticas. En valores irrenunciables.