El debate público suscitado a raíz de los calificativos despectivos de que fuera objeto la politóloga Nicky González por llevar pelo rizo natural cuando presentaba solicitud de una beca al Estado, evidencian los aprendizajes que aún nos faltan para institucionalizar la igualdad como valor y principio de la toma de decisiones y relacionamiento.
Nicky se atrevió a denunciar el acto de desprecio cometido contra ella objeto de una percepción de inferioridad en torno al pelo natural. Independientemente del porcentaje de genes ancestrales, llevar el pelo rizo asociado a la descendencia africada es visto con desprecio y fealdad.
No conozco a Nicky, no he tenido la oportunidad de escuchar de viva voz la indignación que la llevó a tomar la decisión de denunciar en las redes el maltrato, pero imago que fue un proceso interno de rabia encausado que ha tenido resultados no esperados. No solo porque le aprobaron la beca que por discriminación fue negada, desconociendo sus propios méritos, sino porque el debate la coloca con una imagen de valentía de quien no se ha dejado vencer ante la intolerancia del poder racista.
Un ejemplo de ciudadanía individual empoderada que ha puesto de manifiesto las transformaciones culturales que se están llevando a cabo de aceptación de la identidad afro-descendiente, y cómo las dominicanas están rompiendo con modelos de belleza que reniegan este origen.
Desafiar los moldes de género, en este caso asociados a la “belleza femenina”, trae como consecuencia riesgos de violencia contra las mujeres, que Nicky ha sabido afrontar y ha encontrado apoyo de mucha gente que la respaldado y ha rechazado el maltrato estatal.
La violencia pública ejercida, ante los comentarios surgidos en las redes y medios de comunicación como la institucional, debieron de ser objeto de intervención de la Defensoría del Pueblo. Aunque algunos/as se puedan sorprender de que nombre esta institución, la agenda de derechos que debe ser su prioridad no tiene excusa de inercia institucional.
Nicky, de manera individual, ha traído al debate público el derecho humano de expresar la identidad afro-descendiente que dominicanas están disfrutando con orgullo, y que en otros momentos también ha sido objeto de controversia como la fotografía de la cédula y el acceso a un establecimiento comercial. Derecho que debe ser respetado y garantizadopor las instituciones públicas, alentando a la ciudadanía a disfrutarlo.