Contrario a lo que muchos pudieran creer, el crecimiento o desarrollo de una comunidad, depende en gran parte, de las adversidades. En tal sentido, pueden enumerarse hasta el infinito las localidades que han resurgido luego de una destrucción masiva. De ahí el dicho que reza “resucitaré de entre las cenizas”.
Las lluvias del pasado fin de semana dejaron más de 22,000 personas sin viviendas en la zona Norte del país. El Presidente, Danilo Medina, declaró en estado de emergencia 6 provincias del Cibao, mediante el decreto No. 340-16. El Ministerio de Educación emitió la Circular No. 17-2016, suspendiendo la docencia en las provincias en emergencia, informó el Centro de Operaciones de Emergencias.
El Informe Preliminar de Situación No. 17 del COE, establece que las lluvias afectaron 3 carreteras y 13 puentes. La situación deja 131 comunidades incomunicadas y 4,089 viviendas afectadas. Además, 57 casas resultaron parcialmente afectadas y 47 destruidas totalmente. Con todo, 22,000 personas fueron desplazadas, mientras que 294 han sido albergadas en 3 refugios.
De su lado, la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD) informó, que las precipitaciones dejaron perdidas en más de un 25% en todos los rubros de la producción del Cibao. La humedad intensa produjo un parasito que dañó el cacao que estaba listo para la exportación. Miles de tareas sembradas de arroz fueron inundadas en la ruta de los ríos Yuna y Yaque del Norte. Parafraseando la palabra del Señor, “no quedó piedra sobre piedra que no fuera removida” por las constantes lluvias.
La Onamet, pronostica aguaceros en la tarde del miércoles y al menos, los tres días siguientes, acompañados de tormentas eléctricas aisladas. El temporal, es producto de una vaguada asociada a un frontal que se mueve sobre la parte suroeste del mar Caribe, al norte de Panamá. Según meteorología, la vaguada podría convertirse en ciclón tropical en las próximas 48 horas. Otra vaguada se encuentra en la superficie al sur del país.
El citado decreto No. 340-16, se emite para fines de agilizar las contrataciones públicas para la reconstrucción de obras y contratar servicios sociales para las zonas afectadas. La orden dinamiza la compra de alimentos y artículos básicos del hogar para socorrer los desplazados.
En efecto, todos los sectores del país saludan como positivo el decreto del Poder Ejecutivo, entienden que es una medida necesaria para dinamizar la reconstrucción. Los mismos actores que valoran de positiva la disposición presidencial, también ven el riesgo que esta implica. Incluso, aluden a prácticas pasadas, donde situaciones similares fueron aprovechas por funcionarios para enriquecerse sin importar el costo.
La corrupción en nuestro país es un mal que permea casi la totalidad de la dinámica socio-política, incluyendo el sector privado, empresarial y otras organizaciones. De ahí, que el Presidente Medina ponga cuidado en la designación de quienes han de administrar los recursos para la reconstrucción.
Se estila pues, conformar una comisión gestora de probada honestidad, capaz de administrar con pulcritud y transparencia los fondos transferidos. Pero sobre todo, un equipo con la destreza y el liderazgo suficiente para encender la chispa del desarrollo en las comunidades afectadas. Una chispa, que se extienda como fuego a otras localidades del país. Un fuego, que garantice el crecimiento definitivo de estos poblados. Que quede atrás definitivamente, la probabilidad de mendigar de tiempo en tiempo, una ayuda oficial para mitigar los estragos de la furia de la naturaleza.
El gobierno tiene la decisión. En el descansa la posibilidad de convertir la destrucción generalizada, en una oportunidad para crecerse. El mandatario puede demostrar, que si se es transparente, el proceso de desarrollo local se hace ágil, y genera confianza en los actores involucrados.