La Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples, realizado por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), señala que el 62% de niños, niñas y adolescentes entre uno y catorce años experimentan agresiones psicológicas o castigos físicos por parte de sus padres o tutores como método de disciplina. Esta información fue dada a conocer en mayo del pasado año, motivo por el cual publicamos el artículo que reproducimos a continuación.
El 54% de las personas menores de edad encuestadas expresó haber sufrido agresión psicológica, el 39% ser sometida a castigos físicos, y sólo el 20% manifestó no recibir disciplina violenta.
En un país que vive crisis de violencia social, y dentro de ésta una marcada violencia contra la mujer exacerbada por el alto número de feminicidios, a un promedio de doscientas muertes por año, los datos de la violencia contra las personas menores de edad no pueden pasar desapercibidos ni separados de la violencia machista.
La información da cuenta de la violencia que se genera en las relaciones familiares, caracterizadas por la jerarquización adultocéntrica. Dentro del espacio privado reproductor de patrones tradicionales de género, aunque los datos no están desagregados por sexo, el análisis da pautas interpretativas del aprendizaje de la conducta agresora en los varones y la internalización de la victimización en las hembras, reforzado en ese contexto por diferentes factores.
A estos datos se agregaría la violencia obstétrica como práctica cultural de maltrato a las mujeres embarazadas y al momento del parto por el personal de salud, en los centros de servicios públicos y privados. Además, la violencia física ejercida en las escuelas por el personal docente contra niños, niñas y adolescentes, como medio que prioriza la disciplina por encima del aprendizaje, según estudio hecho en el país por Plan Internacional.
Cabe preguntarse ante estas secuelas de abusos, a los que se sumarían los policiales en los sectores de escasos recursos y otros estatales durante todo el ciclo de vida de dominicanos/as ¿Cuál es la influencia en la construcción de la subjetividad y la autoestima de la población? ¿Cómo se identifica a sí misma en sus derechos de ciudadanía? ¿Cómo se percibe y experimenta el miedo o desprecio ante el autoritarismo o la victimización aprendida?
Las preguntas bien podrían ser el punto de partida de una investigación, pero los estudios ofrecen datos para el análisis de la violencia social y de género como un grave problema incrustado en la cultura con consecuencias destructivas, cuya reducción o eliminación requiere profundidad de abordaje, cambios en los modelos de intervención y urgentes medidas de prevención.