España se prepara para celebrar nuevas elecciones este domingo 26 de junio. En las elecciones del pasado 20 de diciembre, el electorado se fragmentó y no hubo posibilidad de formar gobierno. Los dos partidos tradicionales: el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) perdieron apoyo, y parte de su base electoral pasó a apoyar a Podemos y Ciudadanos. Ninguno de los cuatro partidos obtuvo los escaños necesarios para formar gobierno, y en los meses subsiguientes, todos los intentos de coalición fracasaron.
Mariano Rajoy del PP propuso a Pedro Sánchez del PSOE la formación de una “gran coalición”, como ha sucedido en varios países europeos cuando ninguno de los dos partidos principales logra la mayoría necesaria para formar gobierno. El PSOE rechazó la oferta temiendo hundirse junto al PP. Por otro lado, la lucha entre el PSOE y Podemos por el control del electorado socialista impidió la posibilidad de formar un gobierno de centro-izquierda junto a Ciudadanos.
Después de varias rondas de negociaciones fracasadas, hubo que organizar nuevas elecciones para este domingo. Las encuestas recientes muestran algunos cambios con relación a los resultados de diciembre, pero no auguran el triunfo de un partido con clara mayoría para formar gobierno por sí solo. El electorado español volverá a fragmentarse entre el PP, el PSOE, Podemos (ahora Unidos Podemos) y Ciudadanos.
La principal novedad que se proyecta para esta ronda es que Unidos Podemos (la alianza entre Izquierda Unida y Podemos) desplazará al PSOE como segunda opción, y quizás entre todas las organizaciones de centro-izquierda se acumulen los escaños suficientes para formar gobierno.
Si ese fuera el escenario electoral, el PSOE tendría en sus manos el destranque, aún en el tercer lugar, pero sería una situación difícil para ese partido. Mariano Rajoy insistirá en formar una gran coalición entre el PP y PSOE. Pero si el PSOE se decanta por esta opción, estaría validando el liderazgo desgastado de Rajoy, y dejando el espacio de la izquierda a Podemos que quedaría como rey de la oposición. Así, el PSOE estaría cavando su propia tumba.
Una alianza entre el PSOE y Podemos para formar gobierno es también difícil porque estos dos partidos se disputan el mismo segmento del electorado. Si Unidos Podemos logra el segundo lugar, difícilmente ceda la presidencia del gobierno al PSOE; a su vez, el PSOE difícilmente entre en una coalición en subordinación con Podemos. Hay que tomar en cuenta que la estrategia de Podemos después de las elecciones de diciembre fue no colaborar con el PSOE, y se derrumbó la posibilidad de formar un gobierno de centro-izquierda bajo la presidencia de Pedro Sánchez del PSOE con el apoyo de Pablo Iglesias.
Podemos se concibe como una fuerza de izquierda sin contaminación con el desgaste del PSOE, pero la mayoría del electorado español no se decanta por apoyar a Podemos para darle una victoria contundente.
El tranque en España proviene de que aunque se rompió el bipartidismo por el desgaste del PP y el PSOE en la crisis económica, 51% del electorado votó por uno de esos dos partidos tradicionales en diciembre. Es decir, el bipartidismo se fracturó pero no colapsó. Un segmento del electorado de izquierda apoyó a Podemos a expensas del PSOE, y un segmento del electorado de derecha apoyó a Ciudadanos a expensas del PP.
Estas nuevas elecciones no auguran un cambio significativo en las preferencias electorales para el destranque político-electoral en España, y después del domingo volverán las difíciles rondas de negociaciones.
Estoy en España en este momento y encuentro descontento e incertidumbre entre los españoles.