El tollo electoral que sacude este país y que acentúa el deterioro de su imagen a nivel internacional, constituye uno de los tantos efectos perversos del proyecto de poder absoluto y continuista del PLD. En la materialización del diseño de ese proyecto, la tendencia de Danilo Medina ha sido la que ha aportado mayores niveles de organicidad, sistematicidad, perversidad y agresividad.
Las trampas, vicios y chapucerías cometidas antes y durante del conteo de los votos, son expresiones de una estafa y conjura contra la voluntad popular, que sólo podrá vencerla una firme voluntad de lucha de una oposición unificada en todos los escenarios.
A pesar del proceso de descomposición, de dispersión/integración de las partes, tendencias y humores que lo configuran, el PLD sigue ganando torneos electorales sin importar los costes sociales, económicos y políticos que el país tenga que pagar. Este tollo ha sido el más caótico, vergonzoso y escandaloso de nuestra historia electoral; peor que el del 12, con el profundísimo hoyo déficits de Leonel Fernández para mantener su partido en el poder y nada indica que a los próximos torneos electorales el PLDanilismo, el PLD de hoy, no intentará seguir el mismo patrón.
Hasta el momento, no hay signos de que ese partido desmontará las nominillas, que no seguirá politizando las ayudas sociales, que eliminará el ejercito de empleados “temporales” que ubicó en diversos ministerios, llegándose al colmo de que, se dice, en el de Industria y Comercio, el número de temporeros supera al nominal; no hay signos de que terminarán vicios administrativos en instituciones como la OISOE, que profesionales e intelectuales apandillados en la corriente PLDanilista no serán mantenidos en sus puestos/botellas, que las bocinas y los vocingleros no seguirán mintiendo para crear opiniones favorables al poder que los mantiene, ni que dejarán sus diatribas y amenazas contra determinados sectores opositores.
Tampoco, que por su propia voluntad el Danilo/peledeismo integre una Junta Central Electoral encabezada por una figura que no tenga el perfil del impresentable que hoy la preside. En medio de la contienda electoral, se reporta, en un acto de barbarie y primitivismo político, el senador/candidato proclamó que reelegiría los miembros de ese tribunal. Reelegiría una JCE que ha sido acusada de actos de prevaricación, que con el voto contrario de dos magistrados, ha cometidos atropellos contra la oposición, contra un segmento de la población dominicana y que, por sus desafueros, nos ha sumido en el ridículo y la vergüenza a nivel internacional.
El cuadro descrito debe ser radicalmente modificado para que la oposición pueda pensar seriamente en que en próximos torneos electorales sería una real amenaza para la actual estructura de poder. Sin embargo, no es sólo la oposición política la única concernida; lo son diversos sectores sociales, productivos y empresariales, sobre todo estos últimos que son los más perjudicados por la actual situación de ingobernabilidad e incertidumbre en que discurre la vida del país.
La lucha para modificar este cuadro deberá ser coordinada, unitaria y firme en las instancias congresuales, municipales, gremiales, sindicales y comunitarias, con movilizaciones, piquetes frente a instituciones que apuntalan este poder, denuncias y recurrir al legítimo derecho de paros y huelga a cualquier escala.