En estos días abundan los buenos deseos de felicidad, paz, alegría, salud, acompañados de compromisos personales para el próximo año: Rebajar, dedicar más tiempo de calidad con hijos e hijas, ahorrar, comprar la casa anhelada o el vehículo.
La tragedia de migrantes tratando de cruzar lejanas fronteras impactaron el mundo. La enorme cantidad de personas y familias nos recordaron escenas de guerras mundiales, sobrepasaron dimensiones de migración de los últimos años en búsqueda de refugio producto de la guerra y la miseria por la pura sobrevivencia. Ni siquiera por mejores condiciones de vida o asegurar futuro para hijos e hijas, simplemente impulso humano de continuar existiendo.
Las noticias y análisis se centran en las respuestas y solidaridad con las víctimas, con la acogida que debieran dar países europeos. La foto del cuerpo de Ylan yaciendo en la orilla de una playa continuó alertando la tragedia de la guerra.
En nuestro país, las mujeres siguen muriendo. A pesar de la supuesta y dudosa reducción, una mujer en proceso de separación de un hombre agresor se convierte en una posible víctima sin un efectivo sistema de alerta cultural e institucional para protegerla. Ingenuidad, dependencia o incompetencia no pueden impedirla.
Ambas situaciones tienen en común la disputa masculina por el poder. Detener la guerra o focalizar la erradicación de la masculinidad violenta, podrían parecer quimeras para agregar a los deseos de fin de año, reconociendo el componente de género para alcanzar o no las resoluciones.
Sin caer en el esencialismo de “la mujerbuena” en papel de víctima, hay un cuestionamiento pendiente para hacernos y retarnos como humanidad. Los daños de la masculinidad violenta y controladora. Los modelos de construcción histórica tienen el reto de deconstrucción de mujeres y hombres con compromiso de aportar a otros tipos de relaciones.
En esta navidad, pensemos en aquellas que temen por su vida, en las que estando en riesgo no dimensionan la posibilidad de la tragedia. Apostando a cambios culturales de mayor empoderamiento de las mujeres con autonomía sobre sus vidas y cuerpos.
Además, lanzarle deseos a erradicación de la masculinidad violenta, al reto de cuestionamiento conductual y a la posibilidad de auto-identificar situaciones de alerta para hacer llamados de ayuda y acompañamiento al detenimiento de continuidad de daños hacia sí mismos, otros hombres, a las mujeres, niñas y niños.
Una mirada de navidad invitando a brindar por cambios y compromisos de mujeres y hombres por transformaciones culturales civilizatorias.