En cumplimiento a la decisión del Tribunal Constitucional, la Cámara de Diputados(as) deberá conocer nueva vez el Código Penal a fin de dar oportunidad a que el Senado conozca también la pieza legislativa luego de la observación presidencial en noviembre del 2014.
Una coyuntura que se presenta con otra gran oportunidad de dar al país un código del siglo 21 que ofrezca a las mujeres garantías de salud, de seguridad jurídica a continuidad de la vida ante embarazos que atenten con la muerte o afecten la integridad física o emocional. De que una niña o adolescente violada y embarazada pueda tener un proceso de recuperación y superación del doloroso trauma sin ser forzada a continuar con el producto no deseado. Al contrario que pueda ser madre cuando ella decida, accediendo a las oportunidades de estudio y mayor desarrollo personal que le brinde el entorno.
Razonamientos que parecen simples desde la base de identificarse con el dolor humano, lógica que sostiene nuestro sistema de derecho y constitucional al disponer en múltiples normas el respeto a la dignidad e integridad humana. Encontrando oposición a lógicas de grupos con cierto poder en sectores religiosos que no abren su corazón y entendimiento a la solidaridad humana y a las normas de la religión.
El Código de Derecho Canónico en el canon 1223 establece sus propias excepciones a las sanciones del aborto: Cuando la persona que comete el acto es menor de edad, si se ha actuado bajo presión y miedo, por necesidad, para evitar un daño grave, actuación en legítima defensa, porque se carecía de razón o por deficiencia mental.
Son muchas las situaciones de aborto que entran en estas categorías. Una menor de edad violada tiene derecho según el Código Canónico a practicarse un aborto. Las presiones que provocan los efectos post traumáticos de una violación sexual, la agonía de una mujer por sobrevivir un embarazo que amenaza con matarla, como daño irreparable, o la situación de un embarazo incompatible con la vida, crean inestabilidad emocional y conflictos que solo quien está pasando por tal situación tiene derecho a tomar la decisión con previa información científica asistida.
La iglesia católica mantiene tal contradicción hacia quienes cultural y tradicionalmente desde las comunidades y a lo interno de las familias mantienen y sostienen la difusión y permanencia de su doctrina. Son las mujeres las que mayormente ofrecen catecismos, las que se empeñan en mandar sus hijos e hijas a recibirlo, las que gestionan los bautizos, las que preparan los rituales a través de la sacristía, las que integran las legiones, las que se ocupan de las celebraciones según los calendarios, y un largo etcétera.
Defender la vida es solidarizarse con el dolor humano procurando evitar mayores sufrimientos a quienes la existencia les extiende encrucijadas de graves conflictos, ante los cuales como humanos y humanas debemos de garantizar formas y vías de superación sin ponerles en riesgo con la muerte o condenarlas a permanentes consecuencias perjudiciales.