Es curioso, mientras más se usa el método de la encuesta política para ser usado por los partidos como recurso para el diseño de sus estrategias, más se tiende a cuestionar los resultados de esa herramienta de medición. En gran medida, eso se debe a que muchos políticos recurren a empresas encuestadoras carentes de ética profesional para que les avalen datos falsos sobre la realidad y con ellos manipular la opinión pública, contribuyendo a que se tienda a desconfiar de los resultados de cualquier encuesta, independientemente de la demostrada profesionalidad de la firma encuestadora. También a que muchos hacedores de opinión, si bien saben que ese método es válido, a la hora de leer los resultados de encuestadoras acreditadas, no tienen en cuenta muchos factores que determinan la consistencia de determinados resultados.
Como ejemplo, me referiré a las últimas mediciones hechas por diversas firmas encuestadoras de demostrada capacidad predictiva, sobre la intención de votos proyectada para candidatos en las próximas elecciones presidenciales, las cuales dan ampliamente favorito al presidente/candidato Danilo Medina. Muchos se extrañan y cuestionan la amplitud de la ventaja. Sin embargo, insisto, existen elementos objetivos que hacen posible dicha ventaja, uno de ellos es que el Gobierno de Medina favorece o envilece directa e indirectamente a una cantidad de personas cuya suma ronda el 50% del cuerpo electoral y, lógicamente, una significativa parte de esa tenderá a votar por él.
Son también importantes la masiva compra de conciencias a través de favores a amplios sectores sociales, políticos, profesionales, intelectuales y empresariales, la extrema desigualdad de la competencia electoral, en la cual los candidatos del partido oficialista gastan más del 80% de los recursos de campaña. Sin embargo, en última instancia el factor determinante es la difícil situación en que se ha desenvuelto la oposición antes y fundamentalmente durante la campaña electoral, la inconsistencia e inconsecuencia de toda ella y de la infidencia de gran parte de sus integrantes. De esto último, el sector más afectado ha sido el PRM.
Ese partido y su candidato presidencial han sido afectados por la deserción de importantes cuadros que durante el proceso electoral se han vendido Gobierno utilizando al PRD, un partido carroñero y lleno carroñas, como vía de impúdica militancia reeleccionista. El PRM y su candidato han tenido que lidiar con el chantaje, ambición e infidencia de muchos de sus candidatos, así como de gente de su estructura de campaña a todos sus niveles: militantes o consultores. Eso constituye una sangría de personal, de filtración de informaciones para el adversario, cuyos daños objetivos y subjetivos son difícilmente cuantificables.
Esos factores, además de una cohesión interna lejos de lo deseable, podrían ser la razón de que el PRM haya tenido una campaña poco sistemática, a pesar de contar con la más articulada y fundamentada propuesta electoral y el más numeroso y sólido núcleo de profesionales. Estos factores, más la imposibilidad de una unidad de un espectro opositor que cree en la ilusión de que se puede derrotar el reeleccionismo, constituyen una realidad que se reflejaría en las encuestas.
Esa es también una lectura de las reales y aparentes razones que explicarían la supuestamente inexplicable ventaja del Presidente/candidato.