Las alianzas políticas no son perenes, están encaminadas a la consecución de objetivos comunes. En la práctica dominicana se han caracterizado por la negociación política de “amarres”, salpicada de dinero, reparto de cargos, candidaturas, exoneraciones y un sin número de “favores”.
El poder por el poder encamina este tipo de acuerdos, en el que el beneficio para la población está muy lejano, o por el contrario, cercano a los más cercanos de políticos corruptos y tránsfugas.
Para quienes transitan en la política con fundamentos ideológicos, las expectativas de posicionamiento están más claras, aunque no necesariamente coherentes. El oportunismo puede mediar, y ha mediado, la participación en el Estado con los correspondientes beneficios y desencuentros políticos.
Los cuestionamientos o sugerencias a posibles alianzas electorales estuvieron dentro de los temas bailables en las pasadas elecciones. Por el país, por el derrumbamiento de llamadas corporaciones. A tal pedido mantuve y sostengo una crítica, estuvo acomodada en una propuesta de candidatura que representara posible triunfo, no así en cuál era la propuesta política para beneficio del país. Seguimos pensando en llegar por llegar, no en el diseño de un plan para también mantener. ¿Cuál propuesta garantiza el Estado de derecho, es más inclusiva de la diversidad de la población, o contribuye a eliminar o erradicar las desigualdades y la pobreza?
Terminadas las elecciones, con sorpresa para muchos y muchas, aparecen las alianzas, las que no han dejado de ser criticadas, calificándolas de extemporáneas.
Cuando las posiciones políticas e ideológicas están claras no ronda el temor de la alianza coyuntural, estratégica y circunstancial. La que difiere del acompañamiento en un proceso electoral, donde se miden los planteamientos en base a las ideologías, especialmente en defensa de derechos. No es lo mismo apoyar la construcción de un muro en la frontera que denunciar graves irregularidades que han afectado los resultados de los comicios.
Las alianzas se construyen desde la similitud de pensamiento. La lógica de ganar-ganar no es al misma que ganar por ganar, pero también echando a un lado el complejo de la más-más pulcritud, intachabilidad, impecabilidad o pureza máxima, posibilitando la inclusión colectiva del “ganemos” todos y todas.