Cuando una mujer hace conciencia de la condición de subordinación de género lucha por ella misma, por otras mujeres y contra las opresiones. El empoderamiento individual y colectivo se convierte en un estandarte.
La ciudadanía feminista ha militado por mejores condiciones de vida de las mujeres: por la eliminación de la violencia, por el derecho a vivir, a mejor empleo, a la educación, por el acceso a salud de calidad, a la participación política. Pero también de la mano de otras agendas paralelas: contra la corrupción, por el 4% a la educación, por Loma Miranda, por Los Haitises, contra la desnacionalización, por los derechos de las personas GLBT, los de la niñez, los de aquellas viviendo con VIH/SIDA, con las centrales sindicales, en defensa de la libertad religiosa, entre otras.
Entender las opresiones, identificarlas y comprometerse por erradicarlas genera ejercicios de ciudadanía social al margen de las comodidades e individualidades.
El paso de la ciudadanía social a la política desde el ejercicio de un derecho procurando ampliar los alcances de disfrute para una amplia mayoría, apunta a una esfera pública en la que la transparencia de los marcos ideológicos y las convicciones enriquecen la agenda política.
En esta contienda electoral, en la que algunas candidaturas han más que demostrado las posibilidades de realizar campañas con bajos recursos y mucha creatividad, sin dádivas, regalitos o compras de cédulas; contribuyamos con nuestro voto a un aumento histórico de los porcentajes de representación femenina en los niveles congresuales y municipales, y porqué no, llevar a la primera mujer a la presidencia.
Saludamos la campaña promovida por ONU Mujeres República Dominicana a través de las redes, en la que se motiva a votar por las mujeres. Agregaríamos a ese llamado, a votar por mujeres con conciencia de género que garanticen una representación política de calidad.
Con los mismos sueños de a quienes no le alcanza el sueldo para llegar al mes, de quienes tienen que empeñar la televisión o coger prestado cuando un hijo/a se enferma, de vender o hipotecar la casita ante una enfermedad prolongada o catastrófica de un ser querido; la ciudadanía política feminista aspira a mejores condiciones de vida de toda la población, desde la demostrada capacidad de confrontación a los poderes que determinan y sostienen las opresiones, y una marcada identificación por las libertades y ejercicio de derechos.