La Mujer en la Sociedad Dominicana, carta pastoral firmada por 21 obispos, todos hombres, es una vez más, escrita en clave sexista, sin sentimientos cristianos, como sentencia lapidaria, discurso antiguo que trae reacciones negativas por inmisericorde.
Aunque utiliza datos sobre las mujeres y resalta a las históricas, muchas de ellas duramente perseguidas en su época por la I. Católica, y refiere la intervención “femenina” en la Sagrada Escritura, no es un documento para resaltar a la mujer dominicana, no.
De nuevo, la I. Católica local confunde con su discurso dicotómico, analizando lo que se ha dado en llamar “la ideología del género”, señalando que “niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer”, que busca “una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia”, y asegurando que, “esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer”. Una diversidad negada en su propia práctica de vida.
Usa el doble parámetro para valorar con diferentes enfoques a una persona u otra, fundamentándose en el “deber ser” y estableciendo el dicotomismo sexual para cada sexo, “doble moral”, aplicada a diferentes grupos de personas, permitiendo a unos, lo que se castiga en otros.
Es un documento para recordar a las mujeres que somos humanas y aceptadas por Dios, solo desde un enfoque familista, sin posibilidad de elegir sobre nuestros propios cuerpos, sobre nuestra vida y dignidad. Es la misma alternativa de siempre, pecadora o santa.
No dice que, aunque la I. Católica, enseña que el aborto es moralmente malo en toda circunstancia, basado en la idea de que el feto ya es una persona, no tiene una doctrina firme sobre el momento en que el feto se convierte en persona, por lo que nunca ha sido declarada verdad infalible por el Papa.
Tampoco nos dice que, la I. Católica incluye al pueblo de Dios, sacerdotes, teólogos y teólogas, laicos y laicas muchos de quienes piensan que el aborto puede ser una decisión moral y que la conciencia de cada persona es finalmente el árbitro para tomar una decisión sobre el aborto.
Pura manipulación de un sector autoritario asumido y alejado del pueblo, capaz de capitalizar la conmemoración de Nuestra Señora de la Altagracia, para además, tronar en cólera diciendo que “una nación que no protege a los no nacidos tiene un futuro sombrío”.
Un disparate que debió ser pastoral, pero defendiendo a los sí nacidos, cuando la iglesia local ejerció la peor de las pederastías clericales.