La nominación a diputado del destacado intelectual Andrés L. Mateo por Alianza País en las próximas elecciones, ha tomado por sorpresa a algunos sectores que le ven debutar en un escenario ajeno al ámbito académico, en donde ha logrado descollar por sus innumerables aportes.
En un país en que el rol del legislador ha degenerado a un mero repartidor de dádivas y prebendas a cambio del voto, el Premio Nacional de Literatura 2004, poeta, educador, filólogo, crítico literario, miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, Profesor Meritísimo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) y articulista por más de 30 años de los principales periódicos de circulación nacional, explica a elCaribe las razones que le llevaron a aceptar la candidatura por el partido que lidera Guillermo Moreno.
¿Por qué decide aceptar una candidatura a diputado por Alianza País?
Porque existe una coyuntura particular en la sociedad dominicana en la cual es necesario involucrarnos de manera muy consciente, puesto que se están derrumbando conquistas y valores de carácter democrático que a la nación dominicana le costó mucho esfuerzo. Quienes tienen posibilidades de entrar en el debate, de poner ideas en circulación, de analizar la realidad que nos toca vivir, no deben sustraerse del ejercicio político que todos tenemos, porque todos somos políticos, tal vez lo que no tenemos es la adscripción a determinadas siglas de un partido. Yo voy como independiente por Alianza País, con quien tengo una relación que tiene mucho que ver con mi concepción de la función pública. Veo en la figura del doctor Guillermo Moreno, una figura muy potable, vinculada a las luchas por el adecentamiento del país y en contra de la corrupción.
En una sociedad como la nuestra, acostumbrada al clientelismo, no le resulta demasiado cuesta arriba involucrarse en la actividad política?
Yo soy en realidad un antidiputado, y sin ninguna duda, la mejor definición de mi personalidad, es un antidiputado en los términos en que la práctica política y social conciben la acción de un legislador: un sello gomígrafo del Poder Ejecutivo, un individuo que participa de las comisiones, que tiene dos exoneraciones, que le dan dinero por dieta, por asistencia a sesiones, que tiene dinero para viajes, etcétera. Yo soy un antidiputado, porque nosotros en Alianza País hemos firmado un compromiso de renunciar antes de asumir la candidatura a las exoneraciones, al barrilito o al cofrecito, a los pagos extras por dieta, a la solicitud de dinero que se da en el hemiciclo los días de Navidad, de Reyes, de la comadre, del compadre, para Semana Santa, a todo ese dinero, que es sin lugar a dudas corrupción legitimada. Eso no nos interesa. El único estipendio que devengaríamos en caso de llegar a ser legisladores es el que se deriva de las leyes como tal. Renunciamos a las exoneraciones que se autoasignan los legisladores en este país porque todo eso constituye la negación del espíritu de las leyes al que se refería Montesquieu.
¿Cómo llegará al electorado?
Yo no tengo dinero, ni tenemos dinero en Alianza País para poner vallas. Yo no acepto dinero, ni de amigos. Yo voy a hacer lo que siempre he hecho: escribir, hablar en la televisión, hablar en la radio, poner mis ideas en circulación alrededor de una realidad que a mucha gente le parece enteramente natural pero que para el racionamiento de lo que es vivir en una sociedad civilizada es sencillamente escandaloso. Lo que nosotros queremos demostrar es que se puede hacer política de una manera distinta, demostrar que usted puede ser legislador sin robarse los dineros públicos, que usted no puede legislar e imponerle leyes a un país, y al mismo tiempo, sustraerse de su cumplimiento. No debe ser que un diputado participe de manera consciente de actos que están reñidos con la propia ley. Eso es insólito, eso ocurre sólo en un país que ha vivido en el exilio de la razón durante muchísimos años.
¿Entonces no le veremos caravanear?
(Risas) Nosotros no tenemos con qué pagar una caravana, no tenemos con qué pagar un discolight. Pero además, tampoco nos venderíamos de esa forma, no nos parece correcto. Voy por la circunscripción número uno, cuyo núcleo poblacional es menos influenciable, menos cooptable por el clientelismo, con un poco más de conciencia. Apelaremos a la necesidad de fundar una nueva representatividad en el país, una manera diferente de representar, que mucha gente no la concibe porque toda la práctica de la representación en el país es deleznable. Desgraciadamente las cámaras están llenas de bandidos, de gente que ve en la política sólo una forma de hacer negocios y que no tiene la menor idea de lo que en realidad debe ser un legislador.
¿Qué aportes hará desde el Congreso?
Todavía no hemos preparado la totalidad de nuestras propuestas en caso de llegar al Congreso, pero hemos pensado trabajar para el bienestar infantil. Generar iniciativas para propiciar una cobertura escolar de cero a cinco años de 100%, que aunque el Estado dominicano se jacta ahora de hablar de una supuesta revolución educativa, apenas se cubre el 11% de este segmento poblacional. Se trabajaría también en el empleo juvenil. Hay necesidad de configurar leyes que garanticen el primer empleo. Es una verdadera tragedia que más del 33% de los jóvenes no encuentren empleo, y peor aún, que muchos de los que entre comillas tienen un empleo son informales, no acceden a seguridad social. Es una gran tragedia que hay que pensarla en los términos en que una política social tiene que expresarse desde la gestión legislativa. Aspiramos también a estimular la organización cooperativa, la verdadera organización cooperativa, en términos, no de este tipo de estructura que se maneja hoy día.
¿Qué le dice a quienes le tildan de perredeísta luego que ocupara el cargo de Viceministro de Cultura durante el Gobierno de Hipólito Mejía?
Yo tengo un vínculo histórico en este país con las posiciones progresistas, con las posiciones de izquierda. Nunca he sido militante del PRD, ni tampoco lo he negado cuando en 120 mil ocasiones me lo han esgrimido. Fui viceministro de Cultura, y en realidad no tiene nada que ver con mi voluntad, ni mi afiliación política, con mi idea de las cosas. Fue mi trabajo y por lo tanto lo asumí en los términos en que políticamente se puede asumir una función. Soy una persona que participo en el debate público, mi vida es un libro abierto, por lo tanto, yo acepto las críticas y todo lo que sea contrario a mis propuestas y mis pensamientos. Con lo que no transijo es con la corrupción, ni con la instrumentalización de los sentimientos, ni con el beneficio particular que se deriva de ejercer la política en este país.
Mal ejemplo
No es posible que los paradigmas de éxito para una sociedad sean los pillos y los ladrones. Eso es lo que genera estos niveles de criminalidad”.
Corrupción
Ser político en RD es casi proclamar abiertamente su aspiración de saquear al Estado. Es decir, ¡dénme un chance para robármelo todo!”
FUENTE: El Caribe