La “relación de pareja” o “unión libre” con adolescentes femeninas forma parte de nuestra cultura sin mucho cuestionamiento o sanción a lo que realmente constituye violencia por ser mujer.
De acuerdo a la Encuesta Democrática y de Salud (ENDESA 2013), el 20% de las adolescentes entre 15 y 19 años se encuentran en “unión libre”, de las cuales el 22.1% ya ha sido madre o está embarazada. Los jóvenes del mismo rango de edad constituyen el 3.8% en ese tipo de relación. La interpretación de estos datos indica que las adolescentes se embarazan y “unen” con hombres adultos, y muy pocas con otros adolescentes.
Este tipo de relación ha estado ligado a nuestra cultura por mucho tiempo, no por casualidad podremos encontrar en nuestras familias la coincidencia con el “matrimonio” de la abuela, la tía, parientes o conocidos.
Eliminar este tipo de práctica ha sido la intención en el Código Penal sancionando con penas de uno a cinco años de prisión y multa de quinientos a cinco mil pesos a quien embarace a una menor de edad sin cometer violencia, o la extrajera de su casa materna o paterna; partiendo del desbalance de poder en la relación y por la permisividad cultural a ocultar la violación sexual y luego convertirla en “matrimonio”.
Previo a la modificación a través de la Ley 24-97, el Código Penal disponía sanción a la violación sexual “sin violencia” solo cuando la víctima era menor de once años de edad y si el agresor no era familiar. No contenía aún reconocimiento a la violencia de género o contra la mujer.
Los datos señalados indican que la intención de la ley, con sus imperfecciones de redacción, no ha sido suficiente para cambiar la cultura que permite a los hombres mayores de edad o adultos “unirse en pareja” con adolescentes o embarazarlas, muchas veces con el consentimiento de la propia familia de la joven por motivos económicos.
No son datos tomados de un país africano o de Asia Meridional, de donde nos alarmamos al ver ceremonias de este tipo de matrimonio, pero en República Dominicana 1 de cada 5 jóvenes adolescentes se une antes de cumplir los 18 años con un hombre adulto. Con la agravante de que el actual Código Civil establece la edad mínima de contraer matrimonio de 15 años a las jóvenes y 18 años a los varones.
Un tema para analizar en profundidad desde múltiples aristas, como el derecho al disfrute de la sexualidad de las adolescentes, los embarazos no deseados, las relaciones sexuales no seguras, y también la preferencia selectiva de la masculinidad controladora en elegir su víctima para generar violencia machista.