El filósofo Fernando Savater es inagotable. Su obra nos convida a la reflexión y en la misma media nos revela interpretaciones para llevarnos a esa conciencia del ser social, ejerciendo la vida de manera responsable en una sociedad de derechos a la que le asignamos mayor sentido a los deberes.
El título se lo debo a una obra a la que se regresa de manera constante “Política para Amador”, escrita para ese hijo al que se le quiere comunicar los arcanos que la edad va mostrando a quienes asisten a ella atentos. De ahí las lecciones.
No soy filósofo y aún no tengo ese hijo lector que ha de sentir cierta obligación de leer algún texto mío. Me he convertido en ese Amador que comprende la ética y la política desde los lentes de Savater, me han prestado nuevos cristales mis sobrinos para ir comprendiendo parte de la actual dinámica.
En conversaciones recientes con ellos y otros jóvenes me han explicado de manera clara lo fácil que les ha resultado dividirse como grupos sociales y marcar actitudes en dos: los popis y los wawawa. Entre risas me advierten que no todo es blanco o negro, sino que existe una zona gris, con una tendencia, muy reducida, que da paso a los “los popiwá”, pero de este nos ocuparemos luego.
Aunque se trata de reinterpretaciones de viejas categorías sociológicas que han sido estudiadas, los millennials dominicanos se descubren a sí mismo definiéndose y reafirmando conductas, lo cual resulta una variación interesante.
La configuración de “los wawawa” supone el impacto de “lo urbano”, con su carga de códigos, la conquista de espacios por la gente del barrio que deviene en celebridad sin necesidad de desdoblarse: se impone tal como es, se comunica con jergas que sobreponen a los nombres de animales, personas o cosas de las que muchas veces ignoran su correcta designación conceptual…. Sin tapujos manifiesta que no les importa lo correcto.
En el extremo de los gustos y el maniqueísmo están “los popis”, la clase social elitista que se precia de una conducta y gustos diferentes, pero que es amantes de los estereotipos del “wawawa”.
Estos códigos que van más allá de las clases sociales, sirven para catalogar conductas y comprender lo cerca que están unos y otros en una global apreciación de modos violentos, exaltación de valores cuestionables y justificar que las cosas, desde el amor hasta una fortuna, deben hacerse de manera fácil.
Estos días de expectativa electoral ha revelado que el venidero proceso necesariamente tiene que hacer espacio a las generaciones que convergen en un padrón electoral de más de siete millones de votantes donde la mayor cantidad tiene entre 18 y 25 años de edad, aproximado al 17.3% del total de inscritos, mientras que el rango de edad entre 26 y 30 años representa el 11.9% de un padrón que espera crecer hasta su cierre definitivo en septiembre para las elecciones del 2020.
Esto significa que quienes van a determinar los ganadores en las venideras elecciones es la franja que contempla una compleja mezcla de las generaciones de los millennial y de la generación Z.
Comprendiendo esto no es de sorprendernos la inscripción y promoción de aspiraciones en los diversos partidos. Obvio que los focos está puestos sobre los que tiene incidencia en el espectáculo, pero revisando las listas preliminar en diferentes localidades la verdad es que se evidencia una importante participación en el proselitismo.
A la vista hemos tenido una preponderancia de los popis en las primeras promociones, entendible porque muchos espacios se reservan a lo “políticamente correcto”, pero la incidencia del voto no solo está en ellos, la mano que mueve la cuna se levanta desde el barrio, usa prendas y tatuajes que los operadores políticos deben ir entendiendo. Lo wawawa es un eje transversal que une los extremos: a los que les proveen todo y otros a los tienen nada.
En diálogo social permanente, compartiendo gustos y temores, expectativas virtuales e indignaciones, estos jóvenes se mueven a participar en una política que no parece la tradicional sino la interpretación diferenciada de lo que les dice google, de los visualizan como posible en otros países.
Una nueva tarea se impone. Un espacio se apertura. La política también es cuestión de popis y wawawa.
Fuente:
La Informacion