No es una ideología única ni uniforme. Sus características cambian en el tiempo y se expresan de manera diferente. Se refiere a lo político, económico y social, y no hay necesariamente una correspondencia lógica entre los distintos postulados. Puede ser férrea o más ligera. Cuando no tiene contraparte clara pierde vitalidad conceptual, se constituye en norma, como sucede ahora.
Que la derecha refiera a diversas argumentaciones y manifestaciones no quiere decir que el concepto no pueda usarse, o que no tenga sentido hacerlo. De hecho, no abordar el concepto de derecha en la política actual sería un error analítico y político.
En el siglo 20, el concepto de derecha se asoció a diversas modalidades del capitalismo. El surgimiento del Estado de Bienestar en los países capitalistas más avanzados permitió la diferenciación en orientación política entre los partidos de derecha conservadores y la izquierda socialdemócrata, dentro de la competencia electoral. En los países capitalistas menos desarrollados, con frecuencia se impusieron las dictaduras de diversos tipos o democracias precarias.
El elemento distintivo de la derecha es la negación sistemática de derechos a sectores sociales oprimidos. En la política, eso significa la construcción de barreras ideológicas e institucionales para sostener la exclusión social, ya sea de clase, género, raza, etnia, o cualquier otro factor que devenga importante en el proceso social.
En los países del capitalismo desarrollado, las décadas de 1960 y 1970 fueron de gran presión social por la inclusión. Surgieron movimientos de lucha por los derechos civiles de diversos tipos. La derecha perdió terreno, y en la década de 1980 se reagrupó.
La primera ola de revitalización de la derecha se produjo con el neoliberalismo. Vino la ofensiva a favor de mercados desregulados, menos impuestos, menos gastos sociales y anti-sindicalismo. Margaret Thatcher y Ronald Reagan impulsaron este proyecto en Inglaterra y Estados Unidos, y luego en el mundo. Los obreros perdieron terreno en el mercado laboral y el sindicalismo declinó.
En Estados Unidos, al neoliberalismo económico se unió también el conservadurismo social fomentado por las iglesias evangélicas y la católica en temas como el aborto y los derechos LGTB; y también, un cambio en geopolítica a favor de un nuevo militarismo. Cayó el comunismo y surgió otro enemigo: el radicalismo islámico.
En los países de América Latina, el neoliberalismo tuvo otras connotaciones en la década de 1980: abrir los mercados a la globalización y pagar la creciente deuda externa con austeridad. Esta economía de “libre mercado” se contrapuso a la de sustitución de importaciones que había predominado en décadas anteriores. Algunos países como Chile se movieron significativamente en esa dirección, otros no.
La segunda ola de revitalización de la derecha se ha producido en esta última década, fundamentalmente en los países del capitalismo central. Los partidos de derecha buscan re-movilizar la clase obrera blanca con promesas de nacionalismo económico y nacionalismo xenófobo contra los inmigrantes.
Los nuevos partidos de la derecha xenófoba avanzan en Europa y en Estados Unidos, donde el Partido Republicano hizo la conversión a partido xenófobo después de haber explotado en la década de 1980 el racismo para ganarse el apoyo de los trabajadores blancos, que desde la Gran Depresión apoyaban el Partido Demócrata.
Sin posibilidad ya de impulsar un capitalismo de vitalidad industrial, con alto crecimiento económico y mayor igualdad, los partidos de derecha en los países del capitalismo avanzado utilizan el nativismo, el racismo y la xenofobia como elementos aglutinadores del electorado.
Hablar de derecha e izquierda ha perdido relevancia no porque no haya derecha, sino por el colapso de la izquierda y las transmutaciones de la derecha.