Terminado el proceso electoral, el sentido común indica que debemos voltear la página e iniciar una sosegada lectura del mismo y continuar la lucha, pero sin nada de borrón cuenta nueva. Aunque todavía es temprano para tener una idea acabada sobre el cuadro político que emerge del finalizado proceso electoral, del cual surge victorioso el reeleccionismo Danilo/peledeísta, algunos elementos permiten establecer que para la oposición, de cara al 2020, el referido cuadro se presenta con unas perspectivas mucho mejores de las existentes luego del proceso del 2012.
En este 16, con relación al 12, la diferencia entre los candidatos realmente contendores ha sido abrumadora, en términos de cantidad de votos, a favor del candidato oficialista. Sin embargo, no es la cantidad de votos que obtenga una fuerza política en un torneo electoral lo que necesariamente determina su fortaleza o debilidad. Luego de unos comicios electorales, lo fundamental es saber cómo cada fuerza pueda resolver el tema de las amenazas y oportunidades que se les presentarán en el nuevo escenario en que se desarrollarán sus eventuales futuras luchas.
En el caso del continuismo Danilo/peledeísta, las condiciones en que surge en este 16 son muy diferentes a las del 12. Con su victoria se profundiza el deterioro institucional, político y moral que desde hace varias décadas lastran la sociedad dominicana, con su contundente la victoria, en esencia, el Danilo/peledeismo conserva el control cuasi absoluto de las instancias congresuales y municipales, pudiendo, además intentar mantener su control sobre los poderes Judicial y Electoral.
Sin embargo, el PLD y el Danilo/peledeismo tienen ante sí el ineludible dilema de la sucesión de liderazgos de cara a un futuro que ya es presente.
Danilo podría intentar una nueva repostulación, pero eso sería un desafío difícilmente digerible por esta sociedad, a pesar las miserias que carcomen sus entrañas; además porque tendría que comerse un segundo tiburón podrido y eso no lo aguanta sin reventarse ningún ser humano por más fuerte estómago que este tenga. A pesar de que esta sociedad parece vivir al margen del límite como noción de tiempo para las cosas, difícilmente aguante otra modificación constitucional para otra repostulacion del Danilo/peledeismo, difícilmente lo aguantaría el propio PLD. Por esa circunstancia, más la pérdida de una plaza tan emblemática como el Distrito Nacional, el PLD enfrenta el desafío del 20 en condiciones no tan favorables como las del 16.
La reafirmación del bipartidismo (dos partidos obtuvieron más del 97% de los votos emitidos), determina que objetivamente, el PRM se sitúe como el punto de referencia de la oposición.
En términos de votación, su desempeño ha sido globalmente positivo y si en su proceso de consolidación interna logra reducir al máximo el peso de sus lacras y lastres y asume posiciones ideológicas y políticas más avanzadas, podría aprovechar unas condiciones que el entonces PRD no tuvo luego del 12.
Los pobrísimos resultados de otras franjas de la oposición, peores que en el 12, no necesariamente disminuyen las posibilidades para una recomposición y unificación de la oposición, en un proceso de luchas a iniciarse ya todos los escenarios, cuyas perspectivas dependerán de la consistencia y contundencias con que las desarrolle.