El proceso evolutivo/degenerativo del PLD es digno de estudio política y sociológicamente. Creado en torno a un líder carismático, Bosch, como una suerte de partido de cuadros tipo leninista, lo convirtieron en partido de masas; con su ascenso al poder ha devenido un partido atrápalotodo, corrómpelotodo. Es una máquina trituradora del Estado, de las reglas básicas normativas de las actividades políticas, económicas y democráticas de cualquier sociedad, que se ha convertido en la principal amenaza para el futuro de esta nación. Ante esa circunstancia, son inexcusables las actitudes irresponsables ocínicas.
El gobierno del PLD es el principal colocador de publicidad en la prensa, algo insólito en cualquier sociedad capitalista con una economía de tamaño relativamente importante como la que tiene este país, la cantidad de periodistas al servicio de este gobierno es superior a la cantidad de periodistas que trabajan en los medios privados y la mayoría de los que trabajan en estos medios, reciben un salario del gobierno. Recordemos que en la actualidad, los periodistas constituyen el tipo de intelectual más activo e influyente, es el que organiza, prioriza y orienta los debates, el que crea opiniones, etc.
Este gobierno tiene una presencia mayoritaria en las salas de redacción de los periódicos y los programas televisivos de opinión. Si de sociedad de masas, en la actualidad hemos pasado a la sociedad de la información, quien domina esta herramienta tiene una extraordinaria ventaja comparativa en la lucha de los diversos actores y sujetos políticos por la conquista de la hegemonía y por la creación del consenso o aceptación de la población de una determinada forma de dominación política. Con su apabullante y ultra millonaria campaña a su favor del partido de gobierno y sus candidatos logran captar y/o comprar la aceptación de la población y comprar el Congreso y los municipios.
Sólo durante la dictadura trujillista el rol del Estado dominicano había sido tan avasallante, omnipresente y omnipotente, nunca un partido político, aparte del de Trujillo, había integrado a tantos tránsfugas y cooptado a tantos profesionales e intelectuales, reduciendo casi hasta la nada el rol de la sociedad civil y de los intelectuales, como sucedió durante la dictadura trujillista y como sucede en los regímenes dictatoriales. Nunca un Estado/partido había sido una fuente de acumulación originaria de riqueza tan rápida y tan cuantiosa, es posible que eso sólo se ha dado en este país.
Estamos ante una forma de dominación política inédita, compleja, de inigualables niveles de perversidad; ante un sistema de partido que ha devenido no competitivo, porque el gobernante dispone arbitrariamente a su favor los recursos del Estado, impidiéndole a los otros competir en igualdad de condiciones; porque es atrapalotodo, corrompelotodo, coóptalotodo y obstruye las potencialidades del país para su desarrollo económico e institucional.
Defender un poder como este, como hacen algunos, es ética y políticamente injustificable, echarle un voto a tal maquinaria constituye un irremediable desatino.
Mi reflexión en esta Semana Santa es que, en una coyuntura como la descrita, independientemente de inocultables dificultades, inconsecuencias e inconsistencia de la oposición, votarla es votar contra la indignidad la inequidad e iniquidad.
Una posición de dignidad, política y éticamente ineludible.