En mi artículo de la semana pasada planteé que en República Dominicana nunca ha existido un régimen político populista. El populismo estructurado como sistema que se ancla en una sociedad, se caracteriza por la interpelación directa de las masas, la movilización social guiada por un líder político, y la promoción de los antagonismos sociales. Eso nunca ha existido en este país.
No obstante, Danilo Medina ha recurrido al recurso populista durante su presidencia más que sus predecesores. ¿Obra del asesor Joao Santana?
Aclaro de entrada que no todo lo popular es populista. Para que una acción política califique mínimamente como populista, se requiere de la interpelación al pueblo y la señalización de antagonismos. En su discurso del 27 de febrero de 2013, Danilo Medina acudió al recurso populista al colocar el pueblo en antagonismo con la Barrick Gold. La denuncia del contrato se formuló en términos del pueblo versus los intereses de una empresa extranjera. Medina, al querer renegociar el contrato firmado en el gobierno de Leonel Fernández, puso la empresa entre la espada y la pared al plantear que la mina es del pueblo, el contrato era injusto, y había que devolver al pueblo lo suyo. Así lo argumentó Medina con palabras entonadas fuertemente para concitar apoyos (no para movilizar, como sucede en los regímenes populistas).
El recurso populista rindió sus frutos: la Barrick Gold tuvo que renegociar, Medina logró una alta aprobación, y el gobierno obtuvo más recursos económicos para su gestión. Es decir, el episodio populista fue altamente rentable para el gobierno.
En el discurso del 27 de febrero de 2016, Danilo Medina recurrió nuevamente al recurso populista. Esta vez usó a Bahía de las Águilas. Según el Presidente, un grupo de desalmados, en un crimen de lesa humanidad, habían obtenido ilegalmente muchos terrenos del Estado. En sus palabras, habían desfalcado a 10 millones de habitantes de este país. Fue el cierre del discurso, el momento culminante, el de la ovación más larga, donde la argumentación política se combinó con una fuerte emotividad.
Tanto el episodio con la Barrick como con Bahía de las Águilas, demuestran el poder del accionar populista, y aquí fue usado sólo como un recurso puntual, no como un hilo sistémico típico de los regímenes populistas.
En República Dominicana no se utiliza con mayor frecuencia el recurso populista porque todos los sectores se han acostumbrado al clientelismo; un mecanismo de distribución más conservador y menos incierto que el populismo.
Los regímenes populistas se establecen cuando un líder político tiene como proyecto esencial un fuerte sacudión del sistema de distribución de recursos, desde los que más tienen hacia los que menos tienen, así como entre grupos de poder. En la historia latinoamericana, estos regímenes han tenido en promedio una duración de 10 a 15 años, hasta que se agotan en el poder los líderes políticos que los sustentan.
La explicación del alto nivel de aprobación que recibió Danilo Medina en sus primeros tres años de gobierno se debe mucho a la combinación de medidas populares como las visitas sorpresas y la asignación del 4% del PIB a la educación, y el uso del recurso populista como en los casos de la Barrick Gold y Bahía de las Águilas.
La gestión del gobierno del Presidente Medina tiene diversos déficits y limitaciones (inseguridad ciudadana, corrupción e impunidad, entre otros), pero con algunas medidas populares y el uso del recurso populista, Danilo Medina ha desarrollado fuertes apoyos. Socavar esos apoyos requiere de grandes esfuerzos y creatividad política de la oposición, en condiciones de grandes desigualdades económicas y organizativas.