Es la palabra del momento. Resuena en la radio, la televisión y en las conversaciones. A veces aparece en singular y otras en plural, en masculino o femenino. No importa la modalidad. Es la palabra del momento. Con ella se remueve cielo y tierra, se llega al firmamento. La palabra augura fracaso o éxito. Si usted no la ha escuchado ni pronunciado recientemente, revise; define posiciones y preferencias.
Desesperado está el gobierno, dice la oposición, porque en las encuestas bajan y bajan desde el 80 hasta el 40. Pronostican la pronta liquidación del PLD. Danilo estará eufórico, pero Leonel es todo truño. Caminan al precipicio, al infierno. El derrumbe es total, el Titánico se queda corto. Anuncios de cortesía de los partidos de oposición. Permanezca en sintonía, aún faltan tres meses de elucubración.
Desesperada está la oposición, dice el gobierno, porque en las encuestas no suben nadita de nada. Ni con gabela, ni OISOE, ni plantas de carbón, ni jueces corruptos ni venta de sentencias. ¡Oh no! Están estancados en el frío sótano dicen los flamantes voceros de Palacio y el PLD.
Esta contienda electoral bien podría llamarse como una telenovela: “Los desesperados”. Unos por ganar arrolladoramente y otros por ganar simplemente.
Desesperado está el pueblo dominicano, ¡ese sí! Desesperado con tantos robos y asaltos. El miedo no es percepción, ¡oh no, señor Ministro de Interior! Los ladrones rompen hierros y asesinan. No vale seguro de carros, ni alambres de púa, ni hierros, ni guardianes, ni perros, ni alarmas. Todo lo rompen, todo lo abren, todo lo violan. Hasta verjas eléctricas hay que poner ahora en busca de protección. Este país está lleno de ladrones; robar es un oficio. Matan por un celular, una cartera, y hasta por una simple discusión callejera. Y después de cometer sus fechorías, encuentran amigos en la policía.
Desesperado está el pueblo con la congestión del tráfico. No importa la hora ni las calles; es congestión por doquier. Y si la calle es solitaria, aún peor, da terror. Un asalto, un robo, llegan los pasoleros. En el mejor de los casos roban; en el peor, matan. ¿Y las carreteras? Una ruleta rusa: vías mal diseñadas, fallos de construcción y problemas de corrupción. Encabezamos el mundo en accidentes automovilísticos y las autoridades ni se inmutan. ¡Qué horror! ¿Y el alcohol? Más que leche se ingiere.
Desesperado está el pueblo con la cantidad de basura que no recoge ni el gobierno municipal ni el nacional. Fundas y fundas, desechos, mal olor; y los ratones, cucarachas, moscas y mosquitos hacen fiestas. Ni la fumigación puede con ellos, brincan y vuelan, pican y muerden.
Desesperado está el pueblo con el dengue, el chinkungunya, el zika, y demás mosquitos transmisores de virus que llegan del África lejana. Aquí tienen su hábitat perfecto: basura, agua estancada, cañadas llenas de lama y cunetas atascadas que nunca han visto una escoba o un desagüe que funcione. Y ahora una huelga de médicos.
Desesperado está el pueblo con los impuestos, que suben y suben como si aquí sólo vivieran millonarios con yipetas. Es un jugoso 18% hasta para tomarse un cafecito. Llegó febrero y los supermercados abandonaron los clientes. No absorberán más el inflado ITBIS, aquello fue cortesía de enero.
¡Ah! y no se entusiasmen mucho con el derroche de dinero en las elecciones; después vendrá otro aumento de impuestos, porque todo cuesta y todo se cobra. Por ahora habrá caravaneo y bandereo, y nadie estará dedicado a resolver los graves problemas del pueblo. Es época de alboroto, activismo, engaños, transfuguismo y confrontaciones. Estamos en elecciones.