La solidaridad es un valor humano que viene atado a otros valores, como por ejemplo, al respeto, a la cooperación, y a la tolerancia. Sobre estos pilares, la Fundación Solidaridad, Inc., como su nombre indica, procura cimentar su trabajo. En ése batallar la institución ha arribado a 25 años. De todo ha sucedido durante el largo camino, incluyendo la amarga pena del fallecimiento de Félix Castillo, su principal líder y mentor.
Solidaridad estaba dando sus primeros pasos cuando sobrevino el trágico accidente. Al caer la tarde de aquel 31 de marzo de 1992, Félix salió de su casa en Santo Domingo, a realizar un recorrido por el nordeste del país, visitando a un grupo selecto de dirigentes cooperativistas.
Era un día lluvioso. Cuando se dirigía a Santiago, estando a la altura del cruce de Pimentel, un conductor de guagua rebasó de manera imprudente al vehículo conducido por Félix Castillo Burgos. Éste trató de reducir la velocidad, lo cual provocó el deslizamiento estrepitoso del vehículo. El jeep se estrelló en la zanja del drenaje de la carretera. El fuerte impacto le provocó heridas graves, causándole horas después la muerte a destiempo al progresista líder social.
Los dirigentes sociales que le sobreviven en la Fundación Solidaridad, quedaron profundamente marcados con la partida de su líder. Ellos dicen tener plena conciencia de que concretizar los postulados de Félix Castillo significa un reto para toda la vida.
Y no es para menos. Los planteamientos de Castillo están a la altura del pensamiento humanista en América. Observemos cómo abordaba la creación del liderazgo capaz de superar el subdesarrollo de nuestros países: «Debemos promover el nacimiento de una nueva generación de dirigentes, que se atrevan a coordinar los trabajos de todos, a facilitar con su aporte la participación de todos, sin miedo a ser sustituidos por otros que habrán de llegar y continuar las luchas.» (Félix Castillo 1960-1992).
Este postulado, a mi ver, encierra el carácter transformador sobre el cual Félix Castillo sustentó el camino a seguir para construir, desde el aquí-ahora, una sociedad justa y humana. Este es el inmenso reto que tiene en sus manos la Fundación Solidaridad. Creemos que ellos, los miembros, amigos y colaboradores de esa organización sin fines de lucro, asumen tal desafío con ardor, amor, y entusiasmo.
En lo adelante, con todo, se impone un estudio profundo del pensamiento de Félix Castillo. Es una responsabilidad ineludible de la Fundación Solidaridad facilitar a sus vastos amigos y allegados, el legado escrito, tanto los textos políticos sociales como los trabajos creativos, así como destacar su actitud desprendida y solidaria hacia los demás, hacia el país y los testimonios de la conducta cálida y ejemplar de Félix. Que esa sea la brújula que marque el norte para el trabajo en lo adelante.
Al superar la Fundación este cuarto de siglo, además, importa mirar hacia atrás el camino andado para mejor comprender los senderos, encrucijadas y oportunidades de hoy. Porque el futuro va desvaneciéndose a cada instante en el presente y sin una brújula firme no se llega demasiado lejos.
Y, para trazar el mapa de los próximos 25 años, Solidaridad necesita evaluar el por qué de tantos éxitos resonantes. Y el por qué de tantas oportunidades que no lo fueron tanto.
En fin, esta columna se enorgullece rindiendo homenaje a Castillo, un amigo entrañable; un ser humano pleno; un hombre bueno. Y felicita calurosamente a la Fundación Solidaridad Inc. por mantener vivos, por tanto tiempo, sus sueños.
Les dejo, para finalizar, otra frase célebre de Félix Castillo:
“Somos los amantes sin prendas ni precios que navegamos por la tierra haciendo caminos”.