La campaña electoral ha comenzado con más de dos años de antelación a las elecciones que deberán realizarse en 2016 para escoger presidente y vicepresidente, senadores y diputados, y alcaldes y regidores. Desde ya se activan los motores del proselitismo de los eternos candidatos; de quienes aspiran a volver y de quienes por primera vez se presentan con la esperanza de ser escogidos para uno de los puestos de elección popular.
Funcionarios públicos de diferentes niveles activan sus candidaturas apoyándose en el posicionamiento que les da el puesto que ocupan, para lo cual utilizan los recursos de las instituciones que dirigen y, en muchas ocasiones, obligan a sus subalternos a desentenderse de sus responsabilidades como empleados del Estado, para dedicarse a actuar como activistas de un candidato en particular. Este uso abusivo de los recursos públicos en la promoción de candidaturas particulares hace muy difícil distinguir cuándo actúa el funcionario y cuándo el candidato.
Por calles y avenidas se ven las vallas anunciado aspiraciones, al tiempo que se engrasan las maquinarias electorales para que los “compañeros de la base” los aclamen como los futuros salvadores de la patria.
En el ámbito local, una cantidad apreciable se proclaman como precandidatos por diferentes partidos; en la ciudad de Santiago se cuentan más 15 aspirantes declarados públicamente y otra cantidad apreciable mueve sus influencias tras batidores procurando que los líderes de sus organizaciones los señalen para encabezar la boleta municipal. Sin embargo, por la forma en que se van desarrollando los acontecimientos no se vislumbra un cambio en el estilo de hacer política, el clientelismo mantiene su predominio como la mejor forma de captar adeptos.
No sería mucho pedirles a quienes aspiran a un puesto público que contribuyan a elevar el nivel de las campañas electorales formulando propuestas posibles de estructurarse en programas de gobierno, que puedan ser debatidas por la ciudadanía y servir de instrumento para evaluar su gestión una vez sean electos. En ese sentido, todos aquellos que están conformando movimientos de apoyo, comandos de campaña, pegando afiches y vallas, etc., también deberían comenzar a definir sus programas de gobierno de cara a los ayuntamientos y explicarles a los electores cómo pretenden abordar los problemas del municipio más allá de la manoseada consigna de “por honesto y capaz fulano es el que va”.
Un buen punto de arranque para someterse al escrutinio del electorado sería que estructuren propuestas donde expliquen cómo abordarán en su gestión los aspectos relacionados con:
- Fortalecimiento institucional del ayuntamiento. Cuáles iniciativas impulsarán para que el ayuntamiento desarrolle capacidades que permitan prestar servicios de calidad a la población.
- Planificación municipal. Explicar de qué manera formularán o actualizarán un Plan Municipal de Desarrollo de acuerdo con los mandatos de la ley.
- Gestión de los servicios municipales básicos. Cómo abordarán los problemas relacionados con tránsito y transporte urbano, manejo integral de los desechos sólidos y los espacios públicos, entre otros.
- Transparencia y rendición de cuentas. Cómo desarrollarán su gestión en lo relacionado con el manejo de los recursos; las compras y contrataciones, y de qué manera garantizarán que no se viole el derecho ciudadano de acceso a la información pública.
- Políticas sociales municipales. De qué manera se vinculará el ayuntamiento con la salud, educación, cultura, vivienda y deporte, superando las viejas prácticas asistencialistas que se limitan a las dadivas, recetas y ataúdes.
- Carrera Administrativa Municipal. Manifestar un claro compromiso con la profesionalización del personal municipal como una efectiva contribución a la mejora de la gestión local.
- Políticas municipales para la equidad de género. Cuáles medidas concretas impulsarán para que la equidad de género se refleje en las políticas municipales.
- Participación de la ciudadanía en la gestión municipal. Cómo se garantizará el derecho constitucional a la participación y control social de la ciudadanía; cómo se involucrarán las personas y organizaciones en la definición, ejecución y evaluación de las políticas municipales, principalmente el presupuesto municipal.
- Visión estratégica. Cómo visualizan al municipio en el largo plazo y cómo este se conecta con el entorno regional y nacional, enfrentando las amenazas y aprovechando las oportunidades. Cómo conectarán la gestión con la estrategia nacional de desarrollo.
- Innovación y creatividad. Cuál es la visión para romper la rutina que limita los ayuntamientos a un estilo de gestión que no llega ni a cumplir con los servicios mínimos que le establece la ley. Cuáles son las propuestas de iniciativas novedosas y creativas que hagan del municipio un lugar agradable para vivir.
Ojalá los precandidatos, candidatos, asesores y operadores políticos se animen a abordar estos temas en sus propuestas, pues de esta manera se estaría contribuyendo a generar una cultura política electoral basada en programas y propuestas que contribuyan a elevar la calidad del debate y que la gestión de las políticas públicas en los municipios se hagan por, con y para la gente, siguiendo procedimientos democráticos y participativos.