Domingo Matías es un sociólogo dominicano que en los últimos 25 años ha estado dedicado a la investigación social con énfasis en los territorios. Matías es una de las voces más escuchadas en materia de desarrollo y reforma municipal de República Dominicana. Ha escrito 11 libros sobre municipio, planificación y descentralización del Estado. En esta oportunidad ha sido entrevistado con preguntas entregadas por vía electrónica y en sus respuestas se consigue una cantera de informaciones, teorías y reflexiones sobre el coronavirus y sus impactos en la política, la sociedad y la economía.
Matías analiza el papel jugado por China en la penetración del virus en otros países, el retiro de la ayuda de Estados Unidos a la OMS, el comportamiento del virus en diferentes países, responde sobre el momento en que parará la pandemia y si colapsará la economía mundial. Desarrolla ideas sobre los cambios de comportamiento humano y el teletrabajo. Presenta sus principales preocupaciones con el desarrollo de la pandemia y las recomendaciones al Gobierno dominicano.
Previo a la entrevista, Matías había escrito para Acento, diario digital, dos análisis sobre el coronavirus: uno sobre Sociología en tiempo del coronavirus y otro titulado Un freno al coronavirus: Participación comunitaria y municipal.
¿Es China responsable de que la pandemia haya atravesado todas las fronteras?
En la historia de las pandemias se observa que la responsabilidad se atribuye a alguien. Más a una potencia mundial. La gripe española, que no se originó en España, fue atribuida a Estados Unidos y específicamente a la base militar de Fort Rilye en Funston, Kansas. Fue bautizada como española porque España fue el país que más información produjo sobre la pandemia. No lo hizo Estados Unidos por diferentes razones, entre estas su participación en la Primera Guerra Mundial.
Hay que decir que el cuestionamiento a algún país esconde razones políticas o raciales. En el caso del coronavirus, su cadena de contagio por el mundo es una responsabilidad principal de los flujos de capitales, los intercambios comerciales, la globalización de la economía. Los grandes conglomerados urbanos y humanos, las megaciudades y los grandes flujos de capitales que se mueven sin barreras territoriales, en modernidad líquida diría Zigmun Baumant; son razones reales. Los flujos intercontinentales de mercancías y de las personas son los responsables de que el virus haya penetrado globalmente.
Más que buscar un país culpable de una crisis sanitaria universal es mejor hacer esfuerzo colectivo para combatir el mal. La solidaridad internacional entre los Estados y la unidad socio-política en cada país es clave para frenar el Covid-19. Cada país tiene lecciones aprendidas y por aprender. La capacidad de respuesta de cada país es muy diferente. Los chinos han estado apoyando en Europa, Africa y América Latina. Rusia ha manifestado intención de apoyo a Estados Unidos. La principal potencia económica del mundo, Estados Unidos, debe abrirse y aportar su gran capacidad científica-tecnológica, a pesar de que está arrollada de enfermos y muertos.
¿Y los chinos alertaron sobre la existencia del virus?
Cuando los chinos dieron la alerta de la existencia del virus en la ciudad de Wuhan, en la mayoría de los países no pusieron la debida atención. Incluso, a principio de febrero, Donald Trump llegó a decir que «El calor, en general, mata este tipo de virus». Trump minimizó la influencia que iba alcanzando la infección del coronavirus en el mundo. En febrero, 15 días después de la pandemia, con 517 contagiados, en Wuhan había confinamiento. Pararon los sistemas de transporte, el cierre de los aeropuertos, prácticamente el cierre de la ciudad. Por su lado en Italia y España, con coronavirus en febrero, tomaron medidas de confinamiento en el mes de marzo, cuando ya tenían infección bastante avanzada.
Cuando los registros de muertos e infectados en Estados Unidos superan a todos los países se acuden a teorías de conspiración. En medio del desastre sanitario de Estados Unidos, su presidente crea la idea de que ha sido un virus creado por laboratorios chinos. Pero la teoría conspirativa, primero fueron lanzada por un científico chino que llegó a plantear que el virus lo introdujeron al mercado de Wuhan los norteamericanos. El mundo necesita teorías para salir de la pandemia. El mundo necesita que los científicos se coordinen para crear la vacuna, sean estos chinos, norteamericanos o europeos. Los países poderosos deben demostrar que son capaces de proteger los habitantes de la Tierra, que es la casa común. En la historia de la humanidad ha habido varias docenas de pandemia y ningún país en específico es el culpable.
Un virus se puede crear en un país e inocularse en otro. La guerra biológica desatada por las potencias mundiales no tiene frontera. Las investigaciones científicas han mostrado la inexistencia de huella genética de que Covid-19 se haya creado con manipulación de humano mediante la ingeniería genética sino por procesos naturales.
¿Cuál es su opinión sobre el retiro de los aportes de Estados Unidos a la OMS?
Es una decisión que va contra la corriente del mundo. Los países buscan y desean actuación conjunta. La OMS es el instrumento para coordinar a nivel mundial la pandemia. El fracaso del combate a la pandemia en Estados Unidos hay que analizarlo desde adentro del Gobierno norteamericano. El recorte de fondos es una actitud evasiva en el marco de un año electoral y de no reconocer que los chinos, japoneses, coreanos, alemanes y otras naciones han tenido capacidad para controlar la enfermedad y con mayor éxito que Estados Unidos.
El pueblo norteamericano, algún día, tendrá que poner un pare a la inversión en financiamiento de la industria de armamentos. Solamente a la OTAM le financian con más de 687 mil millones de dólares anuales, que son gastos supuestamente para la protección del mundo. La OMS es la representación de todos los países del planeta Tierra y únicamente les aporta 400 millones por año. E.E.U.U es el país, después de Noruega y Suiza, que más inversión de dinero hace en salud de su población y en investigación para el desarrollo. El coronavirus le ha desnudado su incapacidad, la cual tiene base en su tipo de sistema político más que en su base de desarrollo científico y tecnológico.
¿Hay razones que justifiquen que los países desarrollados muestran indicadores diferentes en muertes y en infectados?
Cada país tiene una historia y una cultura que marcan su funcionamiento. Las acciones sociales, culturales y antropológicas son construidas socialmente. Los abrazos, los besos, los toques de manos son construcciones sociales. Los japoneses tienen conductas sociales pautadas por distancia física y social en los intercambios con miles de años. La población japonesa no acostumbra a los abrazos y al entrar a su casa lo hacen descalzo. Por lo tanto, la medida de distancia social es una costumbre. No así en España, donde los abrazos, el jolgorio en grupo, los encuentros frecuentes marcan otro comportamiento. Esta herencia española se insertó en América Latina y los hispanos transfieren estos comportamientos a otras naciones, sin importar la clase social.
¿Podría ejemplificar algunos casos a nivel mundial?
Hay ejemplos, pero no seguido por un patrón cerrado. Esto así, porque el 45% de la población japonesa es mayor de 65 años, seguida por Italia con 34% y Portugal con 33%, pero sus tasas de mortalidad por el coronavirus son muy diferentes. Estas disparidades se podrían producir por las condiciones sociales, las conductas y las formas de interacción entre las personas.
En Estados Unidos hay efectos que se pueden analizar considerando la exclusión social de los hispanos y afroamericanos. El 62% de los fallecidos corresponde a estos grupos étnicos. Y fallecen no por su origen étnico, fallecen en mayor proporción porque son pobres.
Estos ejemplos son determinantes para comprender que el enfoque de combate a la enfermedad es multifactorial y con varias causas. El consenso entre científicos se aborda desde las recomendaciones de aislamiento social, uso de mascarilla y la espera de una vacuna. Entonces, el problema sanitario es en sus efectos de salud pública y en sus causas de las condiciones sociales y culturales de cada país.
¿En qué momento aproximado parará la pandemia?
Podríamos caer en un determinismo del pronóstico o de la proyección. El corte de la cadena de contagios está determinado por las políticas públicas de cada gobierno, el comportamiento social y la solidaridad entre países. La pandemia no tiene fecha de cierre, pero parará. Las ciencias y las políticas de los Estados se encargarán de frenar la desgracia humana. La salida del virus será gradual. Todas las pandemias son parte de la naturaleza y se han ido. La especia humana es más viral o resistente que un virus, al cual termina venciendo.
¿Colapsará la economía de aquí a que pare la pandemia?
La globalización de la economía, los flujos de capitales y la división internacional del trabajo tendrán que hacer ajustes para la regulación de las dinámicas económicas. Para sobrevivir y sostenerse el sistema capitalista necesita frenar el virus. El colapso de algunas esferas económicas está en marcha, pero con mayor impacto en los países periféricos. La concentración de riqueza en los países ubicados en el epicentro de la hegemonía mundial (E.E.U.U. Alemania, Francia, Reino Unido, Japón y China) se sostendrá y los países actuarán. Ninguna pandemia ha derrotado el mercado.
¿Es el virus de la clase media y los ricos?
El virus es de los seres humanos. Las figuras públicas siempre ocuparán lugares privilegiados en los medios de comunicación de toda parte del mundo. Como el virus ha venido desde otras latitudes, en aviones y barcos, traído en los cuerpos y objetos de las personas, los más afectados en primera fase han sido aquellas personas con ingresos medios y altos. Aquellos consumidores de bienes y servicios que entran directa e indirectamente en las relaciones comerciales de consumo de bienes y servicios.
El virus no elige cuál cuerpo infectar. Ni lo hace por razones sociales, ni económicas, ni de nacionalidades, ni religiosas. El virus, independientemente del país que afecte, penetra donde hay condiciones sociales, humanas y culturales construidas por las dinámicas de dependencia económica. Tampoco existe un patrón universal para producir más o menos contagios. La edad de las personas afectadas, el género, las condiciones habitacionales, la cultura de la distancia social, la inversión en salud y el desarrollo institucional de la democracia influyen indistintamente en los diferentes países.
¿Cambiará el comportamiento humano después de la pandemia del Covid-19?
Ya los comportamientos comenzaron a cambiar. Hoy actuamos de una manera diferente. Hay una actitud de protección individual. El distanciamiento físico, el aislamiento social, las medidas de higiene, el pasar más tiempo en familia y las mil maneras de sobrevivencia económica son parte de la estela de comportamientos. Estas actitudes o comportamientos acompañarán a la persona por mucho tiempo.
La cultura del lavado de las manos, desarrollada con la pandemia de la gripe española en 1918 y otras posteriores, se profundizará y debería tener un impacto significativo en la salud colectiva de la población y en la disminución de enfermedades respiratorias, dérmicas e intestinales. La gripe estacional produce cada año más de 650 mil muertes en el mundo. En investigaciones de la OMS se registra que el 95% de la población mundial no se lava las manos. Esto provoca la muerte de 3.5 millones de infantes por diarrea y neumonía. Ahora, una cultura de higiene sin medios para la limpieza mantiene los comportamientos tradicionales. La gran mayoría de la población de países empobrecidos carece de acceso a servicios de agua potable.
Hay que decir que el miedo a la infección por coronavirus continuará en fase inicial de clausura de la pandemia. Volverán los abrazos, los besos, los encuentros y los espectáculos, pero se mantendrán actitudes de distancia física ante las personas desconocidas e incluso podrían surgir actitudes racistas y nacionalistas. Las personas con más de 60 años, las más conscientes sobre su estado de vulnerabilidad, y las que están afectadas por diabetes, hipertensión, asma, Etc. estarían desafiadas a comportarse con cautela. La duda sobre la eliminación de la pandemia se sostendrá por muchos tiempos.
¿Y qué papel juegan las empresas en el cambio de comportamiento?
Para construir el comportamiento humano debe haber un proceso de socialización e interacción social. La gente comparte en espacios públicos y privados. Las empresas privadas y de servicios públicos deberán aplicar normas más radicales para la higiene, o en contrario la gente la reclamará o priorizará aquellos mercados más protectores, especialmente aquellos de consumo masivo. La cultura preventiva en salud debería insertarse en las estructuras públicas y privadas.
Por su parte, gran parte del mundo cerró sus puertas para la entrada de periódicos a las viviendas. El miedo a la cadena de contagios ha producido millones de pérdidas a las empresas de comunicación. La opción de lectura digital abre un nuevo capítulo para aquellas personas con pocas costumbres de acceder a información mediante páginas web y la Internet. La comunicación, sea digital o impresa, siempre será una necesidad humana y parte del proceso de socialización ideológica de las sociedades. Es parte de la supraestructura de dominación.
¿Se mantendrán esos comportamientos o qué tiempo podrían durar?
Un comportamiento se sostiene en la medida que se construye socialmente. Se sostiene por coerción o por consecuencia que derivan en cuestionamientos a las actitudes personales. La coerción a los comportamientos irregulares o “anormales” se produce cuando las acciones sociales externas o de los otros individuos semejantes van por un camino diferente. Si las prácticas de higiene adquieren carácter socialmente institucionalizado se podrían mantener. La familia deberá jugar un rol esencial, y lo está jugando, en el comportamiento de los niños y niñas sobre las reglas de higiene. También la escuela, espacio donde se produce la segunda socialización de construcción de conducta y de imaginario social, después de la familia.
¿Los comportamientos son pautas asumidas por todos?
Los comportamientos no son lineales. La gente se comporta de modo diferente. Depende de grupo social. Fíjate que el confinamiento, o encerramiento para algunos, ha sido asumido de modo desigual. La clase media y quienes trabajan en la Administración Pública, los gerentes de empresas privadas y profesionales liberales, por razones del ingreso económico, son los que más condiciones tienen para mantenerse en confinamiento. Los comportamientos colectivos para que se sostengan tienen que integrarse en la conciencia individual. La resistencia al toque de queda en los sectores populares es muy visible tanto en los países desarrollo como aquellos que tienen menos desarrollo. El toque de queda es un medio de monopolio de la violencia por parte del Estado, asumido como autoritarismo por una parte y como legítimo por otra parte. Esta última parte, la clase media, lo asume con más alto grado de conciencia.
¿Y el teletrabajo significará algún cambio en la conducta laboral?
Hay que comprender que el teletrabajo ha sido una modalidad que ha tomado mucho cuerpo desde inicio de este siglo XXI; más en Europa, China, Hong Kong, Estados Unidos y en parte de los países de la semiperiferia, algunos de América Latina. Es una nueva modalidad de relaciones sociales de producción capitalista. Si los trabajadores lograron jornadas laborales de 8 horas, con el teletrabajo se pueden trabajar muchas horas más y las posibilidades de organización colectiva se disuelven. Los autónomos o profesionales liberales que trabajan desde el mundo de la virtualidad están quedando desprotegidos de la seguridad social. Su oficina particular, mayoría de veces en su residencia u hoteles, ocupa los espacios físicos de la empresa y los costos fijos terminan siendo cubiertos por el contratado. No hay espacios para la interacción social ni para ocio, porque el flujo termina tragándose las relaciones familiares. La cultura del teletrabajo apenas está en desarrollo, con una media de 5% en Europa.
Actualmente el confinamiento ha forzado a los propietarios de los medios de producción para que acudan a modalidades de trabajo que le garanticen parte de su sobrevivencia. Aunque no toda la empleomanía que entra en cadena de la división social del trabajo se ajusta al teletrabajo, como los empleos operativos y que predominan en la base de la pirámide de grandes empresas y quienes trabajan en las calles y en la informalidad. Una camarera, cajero o cajera, mesero, jardinero, electricidad, taxista, plomero, trabajadora doméstica, Etc. no pueden teletrabajar. Por lo tanto, en el confinamiento la pasan bastante mal.
¿Hay opciones laborales para los pobres aislarse socialmente?
No hay una única opción. Un aporte a la distancia social y física para los pobres es el trabajo endógeno en el barrio, lo cual limitaría los desplazamientos laborales hacia los grandes centros urbanos de proximidad residencial de la clase media. Pero esta opción se construye a mediano y largo plazo, y tendrían un extraordinario impacto en los sistemas de movilidad urbana y en los bolsillos de trabajadores y trabajadoras.
¿Algún cambio en el sistema educativo?
Muchas universidades, escuelas, empresas y gobiernos que se resistían al trabajo y la enseñanza virtual han aprendido la lección con coronavirus. Están más conscientes de que es posible otra manera de trabajar y estudiar. Un gran desafío es provocar la separación entre el trabajo con flujos o nodos digitales y la inversión de tiempo en redes sociales (Facebook, Twitter, Youtube, Instagram, Whatsapp, Etc.), tiempo, este último, muchas veces inútil y de poca eficiencia para el alcance de resultados. El coronavirus ayudaría a observar esta nueva manera. Aunque las estructuras organizativas de las instituciones educativas no necesariamente están adaptadas para dar respuestas técnicas.
¿Sus mayores preocupaciones con el desarrollo de la pandemia?
El poder político desde los Estados está determinando quién debe morir selectivamente. Lo sucedido en algunos países en relación al trato discriminatorio a los envejecientes es doloroso. Es la acción vulgar de la necropolítica. La selección para hospitalización de los que más capacidad física e intelectual de aportar al desarrollo tienen es inaceptable. Envejecientes de hoy fueron los que aportaron ayer al bienestar y desarrollo actual. En España definieron un protocolo que orienta a seleccionar quienes deben ir a hospitalización y quiénes no. En la mayoría de los casos se rechaza a personas envejecientes con limitaciones cognitivas.
La politización de la pandemia es otra pandemia. Opositores y gobiernos nacionales compiten en demostrarse sus debilidades. El mercado electoral, muchas veces, se pone por encima de la solidaridad y la necesidad de actuación conjunta. El virus tiene un único adversario: la humanidad. También, los grupos hegemónicos mundiales se restriegan responsabilidades que no conducirán a mejorar la eliminación del coronavirus. Los científicos de China, Estados Unidos y cualquier parte del mundo deberían actuar en conjunto a través de la OMS. Mandarían un mensaje capaz de construir una cultura de paz. Las mentiras del virus “chino” deben cesar para producir confianza en el combate mundial del Covid-19. Las pandemias y sus consecuencias es un problema de la naturaleza, hasta que no se demuestre científicamente lo contrario.
¿Alguna preocupación sobre la incidencia del Covid-19 en los asentamientos urbanos pobres o barrios populares?
La configuración urbana de las ciudades es muy desigual. Hay centralidades y nuevas centralidades que alojan clase media. América Latina tiene una segregación residencial muy superior a Europa y Estados Unidos. Los barrios populares son asentamientos con viviendas con hacinamientos. En Santo Domingo hay barrio con tasa de hacinamiento, con 4 o más personas por aposento, que supera el 27%. La distancia social es una utopía. La llegada del virus en asentamientos precarizados sería letal para los colectivos residenciales. El hacinamiento y la alta densidad poblacional en barrios se acompañan de servicios de salud, agua, seguridad, educación precarizados y cultura de uso de pequeños espacios colectivos para el ocio. En medio de esto hay un capital social disponible para organizarlo y frenar el Covid-19.
Hay hambre. El drama de padres y madres reclamando comidas para la familia es la expresión de uno de los fracasos del sistema capitalista. El 17.20% de la población mundial no recibe alimento regularmente. El coronavirus ha venido a ampliar la pobreza de los asentamientos humanos precarizados. La desaceleración de la economía por efecto del coronavirus hundiría a más gente en la pobreza. Según el FMI, el efecto del Covid-19 en el mundo conduciría a una caída del crecimiento económico hasta 3%. Estados Unidos se contraerá en 5.9%, México con 6.6%, Brasil 5.3%…
Es muy preocupante la legitimidad alcanzada por la pérdida de libertad de las personas. La identificación ciudadana con la violencia e humillación ejercida por la policía en las calles es una afección directa a la democracia. Hay que esperar que los gobiernos no asuman esas prácticas pos-coronavirus y que el autoritarismo antes fenómenos de otras naturalezas se vuelva a reeditar o convertirlo en cultura.
¿Cuáles son sus recomendaciones al Gobierno dominicano para frenar la pandemia?
El virus se mueve si las personas lo mueven. La cadena de contagios hay que perseguirla siempre y esto no lo puede hacer ningún Estado por sí solo. Hay que empoderar a la ciudadanía, hay que hacer ejercicio de autoridad sin autoritarismo. La coordinación social y política permanente desde abajo hacia arriba es una fórmula para el éxito (Gobierno, partidos, sector privado, ayuntamientos, sociedad civil). La centralización de las decisiones será efectiva en la medida que sean aceptadas desde abajo, desde el territorio. Está obligado, el Gobierno, en formatear el sistema de salud, lo cual conlleva reconocimiento y decisión de que con las condiciones laborales actuales no se va al éxito. Una lección es que hay que salir de la pobreza de la inversión en salud en relación al PIB, demanda viejísima de la sociedad.
La tasa de letalidad bajará en función del número de test. Mientras hay un número alto de subregistro se seguirá observando a un Gobierno fracasado en la política de combate al coronavirus. Más test realizados y una misma tendencia de fallecimiento derivan en tasa de letalidad más baja. Tiene el gobierno que entrar a los asentamientos precarizados y al seguimiento constante y sin desmayo de realizar test a la cadena de contagios. No hay que hacer test a los 10 millones 700 mil dominicanos y dominicanas.
Hay que superar, Gobierno y oposición política, la visión sectaria de la visibilidad de las ayudas para la protección social. La competencia política en medio de la campaña electoral resta credibilidad a las acciones y se relaja la acción social, venga de donde venga.