Es totalmente comprensible que los resultados de esta última encuesta Gallup/Hoy causen sorpresa y estupor, quizás como ninguna otra en la historia de las encuestas políticas del país. Por casi un año, esa y otras firmas encuestadoras han registrado una sostenida tendencia hacia el descenso de la intención de votos hacia el presidente Medina y un alza para Luis Abinader. Muchos problemas e inconsistencias existentes en la sociedad dominicana podrían determinar que esas tendencias hacia la baja y alza se detengan o inviertan, pero mueve a la duda de que en un mes quien bajaba suba medio millón de intención de votos y quien subía baje un cuarto de millón, sin que se haya producido ningún acontecimiento de dramáticas dimensiones.
Las razones para que una encuesta falle en establecer la realidad de un fenómeno estudiado son varias: errores (voluntarios o involuntarios) al tomarse la muestra, errores o manipulación en la confección del cuestionario o de quienes lo aplicarían, errores en la digitación o del programa para tal fin, hacer la encuesta en un momento que podría contaminar los resultados de la misma, etc. En lo que respecta a la encuesta en cuestión, no tenemos los datos que nos permitan afirmar que haya sucedido la ocurrencia de cualquiera de los elementos señalados. Tampoco de que el presidente de la empresa encuestadora se preste para introducirlos deliberadamente.
Si en la mencionada encuesta la tendencia hacia la baja de Medina se hubiese detenido, marcando al menos un 3% como alza y ese mismo porcentaje en baja para Abinader, diríamos que la inversión de las tendencias se hizo dentro de los razonables márgenes de errores anunciados en las anteriores mediciones. Sin embargo, como el incremento de los números de ambos, en sentido inverso, se han producido abruptamente sin que se hayan originado acontecimientos extraordinarios, resulta razonable esperar que quienes la realizaron hiciesen un ejercicio de explicación del porqué ese aparente o real cambio del comportamiento de un fenómeno por ellos sostenidamente medido anteriormente.
Por otro lado, es totalmente factible que la forma del cuestionario haya influido en que cuestiones que se entienden importantes tengan una baja valoración de parte de la población, por ejemplo: educación, salud vivienda y agua potable, y que haya una inconsistencia (en las respuestas) entre la valoración del estado de la economía y la aceptación del presidente Medina y de su gobierno. Sin embargo esas reales o supuestas inconsistencias no pueden ser examinadas al margen del estado de enajenación/postración y corrupción, en todas sus componentes, en que se encuentra esta sociedad.
La incapacidad de la gente reaccionar ante los abusos que se cometen contra algunos asentamientos humanos y contra la naturaleza, ante la falta de servicios y equipamientos, permite comprender las inconsistencias y/o respuestas a preguntas en esta y otras encuestas. El estado de narcotización a que una serie de opinadores y escribidores sinvergüenzas al servicio de Medina y su gobierno, tienen sometida la población y la marcada percepción de ésta de que la oposición está acorralada, dispersa y con limitadas posibilidades, son elementos reales a ser considerados al momento de explicar las entendidas inconsistencias de la última Gallup/Hoy.