El orden de los nombres es simplemente alfabético. Hecha la aclaración, prosigo. Guillermo Moreno y Minou Tavárez Mirabal han sido proclamados candidatos a presidente. Guillermo por Alianza País; Minou por Alianza por la Democracia (APD).
En las elecciones de 2012, Guillermo obtuvo 62,290 votos a nivel nacional, equivalente a 1.37% (perdió el reconocimiento legal). La APD postuló a Max Puig candidato presidencial y obtuvo 5,064 votos, equivalente a 0.11% (no perdió el reconocimiento legal porque tenía miembros en posiciones electivas producto de la alianza con el PLD en las elecciones legislativas-municipales de 2010).
En la campaña electoral de 2012, al igual que antes, Guillermo enarboló un discurso anti-corrupción. Max Puig, recién salido de la coalición peledeísta en la que estuvo muchos años y ocupó importantes cargos, también se unió al bloque crítico. Al final de la contienda, Danilo Medina ganó con 51% e Hipólito Mejía obtuvo 47%. Es decir, 98% del electorado votó por Danilo o Hipólito, a pesar de que había otras opciones.
Durante este último cuatrienio, Guillermo continuó con su discurso y acciones anti-corrupción, y cuando existía la posibilidad de que Leonel Fernández e Hipólito Mejía fueran los candidatos en el 2016, ascendió considerablemente en las encuestas, aunque en las más recientes ha bajado.
Minou, al igual que Max Puig, abandonó el peledeísmo y poco después formó Opción Democrática, organización a la cual la JCE negó el reconocimiento legal por el voto negativo de tres miembros. La APD, con la esperanza de superar los 5,069 votos obtenidos en 2012 y no perder el reconocimiento legal, ha postulado a Minou a la presidencia.
El escenario electoral de 2016 es diferente al de 2012, y aún más complicado para las organizaciones opositoras.
Primero, en 2012, Danilo Medina no tenía la estatura de líder político nacional que tiene ahora, producto de la alta aprobación de su gestión, que evidencian las encuestas. Segundo, el PRD se dividió y el PRM no cohesiona todo el voto perredeísta. Por el pacto Danilo-PRD, un segmento de perredeístas (ahora creciente) apoyará el gobierno, y otro se dispersará. Tercero, los sectores más conservadores han abandonado la alianza con el PLD, y se posicionan también con críticas al gobierno (caso de los Vincho y el PRSC). O sea que, en la crítica al gobierno coincide ahora una oposición variopinta.
Por razones que no tengo espacio para analizar en este artículo, las elecciones de 2016 serán más un referendo sobre la gestión de Danilo Medina que una contienda electoral competitiva. Entre los oposicionistas al gobierno el voto se fragmentará. Al ser Luis Abinader la primera opción opositora y provenir del PRD, captará un segmento importante del perredeísmo. El resto de los votantes se dividirá entre las otras opciones.
A través de la campaña, tanto Guillermo como Minou han enfatizado la doble vuelta como opción deseable y razón para mantener sus candidaturas propias. Medir el techo de cada candidato en primera vuelta, ha dicho Guillermo; darle opciones al electorado y forzar una segunda vuelta, ha dicho Minou.
Pero cualquier cálculo elemental plantea la siguiente interrogante. El PRM está en segundo lugar, y a mayo, es difícil su desplome total. Por eso, una segunda vuelta, de ocurrir, sería entre Medina y Abinader. ¿En qué favorece entonces una segunda vuelta a Guillermo o a Minou? ¿O piensan que el PLD y el PRM se desplomarán y ellos serán la primera o segunda opción?
La franja de votantes de Guillermo y Minou consiste en electores críticos, desencantados con los partidos tradicionales y dispuestos a votar. Con candidaturas presidenciales separadas, recibirán menos votos cada uno.