Algunas vez nos hemos preguntado porqué tienen que ser hombres los presidentes, porqué la mayoría masculina en el congreso, en sindicaturas, en regidurías y ministerios. ¿Obedece esto a un orden natural o a un porque si sin más razonamiento?
Una mujer aspira a la presidencia de la República, no salió de la nada, por ser esposa de fulanito o sutanejo. Ha sido vice ministra de Relaciones Exteriores, y ha ejercido por tres periodos consecutivos una diputación en el congreso legislativo, convirtiéndose en una de ellas en la diputada más votada a lo interno del partido y a nivel nacional, con constatadas pruebas de haberse acercado en una segunda ocasión por lo cual reclamó sin la debida respuesta de la institución electoral. Además actual presidenta de la organización Parlamentarios para la Acción Global (PGA), ONG internacional dedicada a la promoción de la paz, la democracia, los derechos humanos e igualdad de género. Sin contar aquí su trayectoria de estudios y formación académica, entre otras funciones públicas.
Como diputada su inclinación a la defensa de los derechos de las mujeres fue más que probada: “No soy una aliada, soy una feminista en el congreso” repitió siempre. Se la jugó por la vida de las mujeres cuando corriera peligro ante un embarazo riesgoso, lo que le costó sucias triquiñuelas de sectores religiosos, pero no bastaron las violaciones a la ley electoral hechas por el fundamentalismo para impedir su regreso al congreso.
El valor le sobró para criticar su propio partido, para votar en contra de los bajaderos y pronunciarse públicamente contra ellos: La llamada reforma fiscal, la defensa del 4%, exigencia de sanción a la corrupción de sus integrantes, por la democratización del partido, denunciando fraudes a la escogencia de integrantes del Comité Central, solicitando investigar anomalías, y muchas más.
No solo es candidata a la presidencia, es la primera candidata a la presidencia de la república, la primera mujer que ha creado un partido en el país y además es su principal líder. ¿Viene esto del orden natural o de un porque sí?
Con una trayectoria política así, solo cartas de honor de haber servido con compromiso hay por presentar, a pesar de que algunas mentes se ensañen en tergiversar generalizando la función pública asimilada al beneficio, el que pensado desde esa lógica pudo seguir disfrutando en el partido de gobierno.
No le ha valido la infundada negación del partido en proceso de registro, el que a pesar del revés sigue aumentando su legitimación en la población, en aquella que cree que es posible vivir en un país de mayor vigencia de derechos humanos para todas y todos, sancionando la corrupción y respetando la institucionalidad.
Una dominicana ejerce su derecho político de aspirar a la primera magistratura, retando un histórico privilegio masculino. Los ataques políticos hasta ahora surgidos se fundan en la simpleza de haber pertenecido al partido de gobierno, al cual renunció por reconocer que no era la mejor vía de servicio al país.